Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
Estar en una lista de espera por meses y años, constituye para los pacientes una demostración de que su Estado no les responde, que no los quiere como debería, que los abandona cuando más lo necesitan.
Las listas de espera son el reflejo más claro de una salud que no está funcionando a la altura de los requerimientos. Las cifras que se manejan son alarmantes y trágicas. Mucha gente muere antes que la llamen.
Solo por las Garantías Explícitas en Salud (GES) hay cerca de 70 mil personas en listas de espera. Antes de la pandemia eran 19 mil 653, pero a junio de este año eran 62 mil 049 prestaciones incumplidas.
Ahora, si nos referimos a NO GES, estamos hablando de 2,3 millones de personas esperando una consulta de especialidad y 315 mil registros de personas que esperan operaciones. En tres años no solo se triplicaron los pacientes esperando, también se triplicaron los tiempos de espera, pasando de 40 a 150 días promedio.
Un panorama desolador de nuestra salud pública.
Lo indispensable es que los pabellones para cirugías diarias puedan ser más eficientes. Se repite en boca de expertos que “se parte tarde, que hay pocos registros de por qué se cancelan operaciones y hay mucho tiempo entre cirugías”, agregando que “de nada sirve abrir los fines de semana y desembolsar más dinero del Estado si primero no se parte por ordenar el trabajo de lunes a viernes”.
Si desde siempre éste ha sido un tema complejo, con más razón ahora que las cifras de las listas de espera se ven tan escandalosas.
Hay quienes creen -con absoluta razón- que siempre habrá listas de espera. El aporte consistiría en detenerlas, impidiendo que sigan creciendo.
En nuestra zona tenemos el Hospital Biprovincial Quillota – Petorca, flamante, hermoso, sin estacionamientos y con buen nombre. Cada vez va creciendo en su capacidad, hasta que pronto lo tendremos “navegando a todo vapor”.
Sin embargo, como en otros lugares de Chile, cuando se inaugura un hospital nuevo queda uno antiguo, que remozado podría seguir cumpliendo funciones. Eso es exactamente lo que nos pasa a nosotros. El hospital nuevo tiene la misma capacidad de camas que el antiguo. Si se pudieran complementar sería magnífico. Todo depende de la voluntad política de los actores.
Se entiende que el antiguo Hospital San Martín seguirá cumpliendo funciones como hospital, para justamente poder rebajar las listas de espera, para poder mejorar la atención de salud en la zona, tal como lo han asegurado las actuales autoridades de salud en la región.
Por otra parte, sabemos que al menos dos pisos de dicho hospital, serán usados para atender adultos mayores, como parte del plan piloto a nivel nacional que maneja el doctor Luis Mella.
El complemento del nuevo con el antiguo hospital traerá grandes soluciones y será un valioso y sentido aporte que miles de pacientes agradecerán. Además, podría ser un modelo de cooperación y funcionamiento para varias otras ciudades que han recibido un nuevo hospital y no saben qué hacer con el antiguo.
En estos casos, sumar siempre será mejor que restar.
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