Basta con prender la televisión, leer los periódicos nacionales, ver las redes sociales o simplemente al escuchar lo que habla la gente en la calle, para darse cuenta que en estos días el principal tema de preocupación nacional es el conflicto marítimo entre Chile y Bolivia.
Es que, evidentemente, la petición del vecino país para negociar una salida al mar con soberanía en la Corte Internacional de La Haya no parece una idea coherente entre gran parte de los chilenos. Muchos argumentan que la historia le da la razón a nuestro país y que el territorio ganado en una guerra no debería devolverse.
Hasta ahí, a mi parecer, no hay ningún problema. Cada uno puede tener su postura y defenderla con ideas. Sin embargo, lo que ha llamado profundamente mi atención y me ha generado preocupación es ver el nivel de rabia y odio con el que muchas personas se expresan a raíz de este conflicto.
Tratos ofensivos, burlescos y hasta violentos hacia los bolivianos pueden verse diariamente en las redes sociales. Algunos, incluso, planteando echar a los bolivianos residentes en el país o incluso proponiendo algo tan absurdo como iniciar una nueva guerra en contra de ellos. Un terrible nivel al que nunca debería haber llegado este conflicto político.
Lo que pasa es que se ha cruzado la línea de las ideas, para pasar a algo más bien casi personal y racial con el pueblo boliviano. Un problema que, a mi parecer, proviene de un mismo factor: el exacerbado patriotismo presente en nuestra sociedad. Un patriotismo que va por sobre cualquier argumento y que hace que se pierda el enfoque real de las cosas, creando una preocupante odiosidad con el resto de las naciones.
Es este mismo patriotismo el que genera, por ejemplo, el rechazo a los extranjeros que llegan a vivir a nuestro país, acusándolos de generar delincuencia o pobreza, siendo que en la gran mayoría de casos los inmigrantes viven de forma honesta, buscando trabajo y contribuyendo con lo que saben hacer.
No digo que esté mal amar a la patria, pero en ningún caso el querer a nuestro pueblo implica el odiar al resto que no vive en este pedazo de tierra. Ese pensamiento sólo nos lleva a convertirnos en una sociedad muy poco tolerante e insensible.
Esto que planteo creo que debería ir por sobre de cualquier discusión ideológica, más allá de estar a favor o en contra de lo que exige Bolivia. Porque la solidaridad, la humanidad y el respeto es algo que jamás debería perderse, incluso estando en medio de este tipo de conflictos políticos que -dicho sea de paso- no afectan directamente la vida de ninguna persona.