Roberto Silva Bijit
No es posible que una concesionaria le aplique un impuesto a Quillota, La Cruz, La Calera e Hijuelas, encareciendo los fletes, el transporte público y los viajes de particulares que transitan por el camino Troncal.
Se trata del peaje más caro de Chile, pero también del más abusivo. La ruta del Troncal comienza en Viña del Mar y ya en Quilpué tiene un peaje de $ 800, en horario normal. Pasado ese portal de pago, a los 25 kilómetros, repito, a los 25 KILÓMETROS, vuelven a cobrarnos, pero ahora la descarada suma de $ 3.350 pesos.
En consecuencia, el pago en horario normal, entre Viña del Mar y La Calera, asciende a $4.150 de ida y $ 4.150 de vuelta. Un vehículo normal gasta en peaje $ 8.300, es decir, más que lo que gasta en bencina o petróleo para realizar ese trayecto.
¡Un impuesto infame!
Desde ahí partimos mal. Un peaje es un pequeño pago que millones de usuarios tendrán que hacer durante decenas de años para cancelar el costo de la construcción de la autopista, pero por ningún motivo ese valor puede ser superior al gasto de combustible. Eso no pasa en otras rutas.
El peaje del Troncal San Pedro ha maltratado siempre a sus usuarios, obligándolos a pagar el carísimo peaje si se quieren devolver. Por años mantuvo separadas las dos vías con barras de cemento inamovibles, en circunstancias que si alguien se hubiera querido devolver por un problema de salud no lo podría haber hecho. Nunca han corregido del todo esa insensible decisión. Hace poco, para burlarse de los usuarios, sacaron unas barras de cemento y colocaron una cadena con candado, como para obligar a los usuarios que se quieran devolver a darles mil explicaciones a ellos, cuando todos sabemos que las vías son territorio libre de los chilenos.
Muchas veces nos hemos encontrado con animales en la ruta porque tampoco actúan con rapidez si hay quienes rompen las rejas para cruzar de un lado a otro.
Nunca entregaron las obras bien terminadas. Desde la rotonda La Palma hasta Pocochay debiera haber una doble caletera, que nunca hicieron. Darán explicaciones con el MOP, el contrato, las bases de la concesión, la licitación y una sarta de leseras más, pero el sentido común, lo razonable, es que ese tramo tenga doble vía y punto.
Tanto es así que los usuarios lo usan en doble vía. A veces, algunos carabineros medios perdidos han sacado algunos partes, los que no son tomados en cuenta por los Juzgados de Policía Local de Quillota, que rechazan la aplicación de un parte por una obra no terminada. El municipio de Quillota tuvo por mucho tiempo instalado al lado del camino un letrero con unas tremendas letras “NO”, que decía que no estaban de acuerdo con que se mantuviera la corta vía con el tránsito en una sola dirección. Creemos que, casi como chiste, los concesionarios repletaron la vía de señales de todo tipo. Hay cerca de cien postes de señalética en menos de dos kilómetros. Una tontera para reforzar la falta de sentido común de los que manejan la concesión.
Hay un error en este impuesto a varias comunas. Tenemos que ser capaces de exigir el fin de este abuso. Un grupo de empleados de unos extranjeros no puede venir a imponernos un impuesto. Debemos juntarnos a través de los municipios para reclamar por el fin de esta manera ridícula de sacarnos plata, de complicar nuestra economía justo cuando estamos tratando de salir adelante en medio de la pandemia.
Despertemos: NO al impuesto.