Nuestras dos principales actividades han sido y seguirán siendo la agricultura y la minería, ambas tienen más de 10 mil años funcionando con éxito en nuestra zona.
Los picunches se acercaron al río Aconcagua para poder tener agua para sus regadíos y cultivar la tierra. Todavía seguimos haciendo lo mismo para producir alimentos.
Los diaguitas incorporaron a nuestra zona las tecnologías para trabajar los metales, las que fueron ampliadas con la llegada de los incas. Todavía seguimos explotando minerales en los mismos yacimientos históricos y todavía las empresas mineras necesitan del río para sus faenas.
Agricultura y minería comparten el río, que además es la única fuente para el agua potable que consumimos.
El aporte de la minería ha sido fundamental para el progreso de miles de familias y para impulsar el crecimiento en la zona. La llegada del nuevo gobierno del Presidente Piñera levantó las expectativas de los grandes complejos mineros como El Soldado y Chagres de Anglo American, como Codelco Andina y Codelco Ventanas. Además, la mediana y pequeña minería, sumada a los incansables pirquineros, sintieron la fuerza de una reactivación, que más que económica parece estar basada en la confianza que despierta la gestión del nuevo gobierno.
Uno de los índices más claros para medir el aporte que hace la minería es el comercio de nuestra zona, que recibe una gruesa suma de dinero de las compras que hacen las familias de los trabajadores de las minas. Esa es la razón por la cual Quillota, La Cruz y La Calera; Los Andes y San Felipe; Nogales y El Melón; Chagres y Llay Llay, sienten que tienen un progreso basado en esos especiales clientes.
Nadie podría desconocer que la minería es un poder comprador en la zona, no sólo de los familiares de los que trabajan, sino especialmente de las empresas que interactúan con talleres, maestranzas, centros médicos, transporte y alimentación. Una fuerza de compras que no se compara con ninguna otra.
La minería y los mineros son una pieza fundamental en el engranaje de nuestro crecimiento como comunas, por eso debemos integrarlos junto con los agricultores a mirar en conjunto nuestro futuro.
Desde esta columna -en el Día del Minero- les enviamos un saludo afectuoso a todos los que participan de las faenas mineras de nuestra zona.
Y para finalizar, un recuerdo histórico al patrono de los mineros, el querido San Lorenzo, custodio de las riquezas de la tierra y santo protector de los mineros.
Según los datos, San Lorenzo nació en España, dos siglos después de la venida de Cristo. Estudió en Zaragoza, Génova y Roma, donde poco a poco fue sobresaliendo, llegando a ser el primer diácono del Papa Sixto II. Entre sus importantes funciones, una de las tareas que con mayor esmero realizaba era el recoger las limosnas de la ciudad, ya que su finalidad no era guardarlas en las arcas de la iglesia, sino repartirlas entre los pobres.
Corría el año 258 y en Roma gobernaba el emperador Valeriano, conocido perseguidor de los cristianos quien detuvo a Lorenzo y lo torturó en la prisión Mamertina, para que revelara el sitio exacto donde había escondido los tesoros de su iglesia. Nunca reveló su secreto, pero le dijo al emperador que le llevaría los tesoros de la iglesia. Durante tres días juntó a los más pobres, a los enfermos, los menesterosos y a quienes no tenían nada y los llevó a una plaza de Roma. Lorenzo le dijo a Valeriano: “Estos son los tesoros de la iglesia, quien da a los pobres, posee una riqueza de espíritu”.
Ante tal burla, el emperador ordenó azotar cruelmente a Lorenzo y someterlo al tormento de la dislocación de los huesos. Finalmente, y con la firme intención de evitar que alguien en el futuro volviera a burlarse de él, ordenó que lo tendieran desnudo en una parrilla de fierro y lo asaran a fuego lento. El martirio ocurrió el 10 de agosto del 258 d.C. Y por eso Lorenzo, que dejó enterrados los metales preciosos, se transforma en el patrono de los mineros.