En la berma, junto a las vías de la Ruta 5 Norte, encontraron el cuerpo de este hombre que vivía en situación de calle
LA CALERA.- Desde hacía varios años que Luis Alberto Barrios Díaz había llegado a vivir a Artificio. Por algún asunto -que guardó para siempre en su memoria- decidió hacerse a un lado de la sociedad. Un oxidado “container”, ubicado en la cancha Panamericana, que antes fuera del “Cóndor” y que ahora ocupa el Club Deportivo Liverpool, fue su hogar por un par de años.
Antes compartía la helada habitación con su desaparecido amigo “El Cachamba”, quien murió hace unos años en un accidente de tránsito en la avenida Central. Luis Alberto Barrios Díaz era rubio y de ojos azules y parecía un hombre educado. Su adicción al alcohol hacía que su edad fuera indefinida, pues aunque decía que tenía 53 años, parecía tener 60.
Decía ser oriundo de la localidad de Loncura, en Quintero, donde estaba la tumba de sus padres. A veces les pedía ayuda a sus amigos para llevarles unas flores. Sin embargo, también decía que era de Santiago y hablaba bien de un padrastro que lo había criado y unos hermanastros que habían compartido parte importante de su vida. A veces, viajaba a la capital.
Luis Barrios Díaz era ya todo un personaje del sector de Artificio y un hombre de confianza de muchos vecinos. Algunos, como Cecilia Ramírez y Jorge Guajardo, lo dejaban al cuidado de su casa cuando tenían que salir. También, a veces, ayudaba en un taller mecánico o en locales comerciales del sector de Las Acacias.
“Aparte de sus problemas con el alcohol era un hombre muy caballeroso y educado”, dice su vecina Cecilia Ramírez. Se le podía ver sentado en una garita de buses, mirando el paso de los vehículos en la Ruta 5 Norte o sentado en las escalas de un negocio de alcoholes en la calle Las Acacias, donde también lo apreciaban. Fue siempre respetuoso.
Casi todos los entrevistados por “El Observador” coinciden en que, últimamente, Luis Barrios estaba enfermo y su queja constante era el frío. Su amigo Jonathan, con quien se juntaba diariamente, dice que “tenía una tos de perro que no lo dejaba. Se quejaba de malestares del pecho y del cuello y decía que no aguantaba el frío”. Cecilia Ramírez dice que, días atrás, le había dicho “estoy jodido”, mientras hacía esfuerzos para respirar y contener la tos, mientras se cubría.
De todos modos, no fallaba en los encuentros diarios con sus amigos y en su adicción alcohólica. En la noche del sábado -dice su amigo Jonathan- “fui a la esquina para estar con él. No estaba bien y se quejaba que se sentía muy mal. Horas después me dijeron que a mi compadre lo habían encontrado tirado en las orillas de la carretera. Estaba muerto y me dolió verlo porque yo lo quería mucho”.
El cadáver de Luis Barrios Díaz fue encontrado -alrededor de las cuatro de la madrugada del domingo- en la orilla sur de la Ruta 5 Norte, a la altura del kilómetro 100 de la carretera. Estaba con el tórax sobre la tierra y con su brazo haciendo de almohada a su cabeza. Sus ojos azules, aún abiertos, miraban un cielo nublado que anunciaba una lluvia que no llegó nunca el fin de semana y que se cambió por un frío que agobiaba. Parecía que Luis Barrios por fin descansaba.
Las primeras pericias policiales de Carabineros y de personal de salud, determinaron que la muerte de Luis Alberto Barrios era natural y que no tenía huellas de la acción de terceros o que fuera víctima de un atropello. De todas maneras, el caso quedó en manos de la Brigada de Investigación Criminal y su cuerpo, sometido a autopsia, en el Servicio Médico Legal de Quillota.