Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
No hay que hacer una investigación para determinar que la vida en Chile está más cara. Basta con ir al supermercado o al negocio de la esquina, para darse cuenta que todo ha subido, que los precios se han disparado.
Por primera vez en 30 años tenemos un IPC de 1,9%, que sumado a todas las demás alzas mensuales nos dejan con una peligrosa inflación del 9,4% en los últimos 12 meses. Una cifra increíble para un país que por décadas había logrado controlar al fantasma de la inflación. En verdad, casi ni nos dimos cuenta de nuestra gran estabilidad económica y de todo lo que eso significa para vivir en mejores condiciones.
La inflación en Chile puede tener un porcentaje de la guerra que Rusia le declaró a Ucrania, que ya lleva miles de muertos. Los puede tener porque el Fondo Monetario Internacional advirtió a fines de febrero, que el mayor conflicto bélico en Europa después de la Segunda Guerra Mundial, le dará a la economía globalizada “un duro golpe que frenará el crecimiento y elevará los precios”. Y especialmente se refería al crecimiento de los precios de los alimentos, que ha sido para nuestro país la señal más clara y rotunda de la crisis inflacionaria.
Sin embargo, a pesar del drama de la violenta y desproporcionada guerra, lo que nos pasa a nosotros hay que vincularlo a la política electoralista del ex presidente Piñera, que mantuvo un exagerado gasto fiscal para repartir todo tipo de bonos y ahogar la economía chilena por un buen tiempo.
Los números cuesta entenderlos en su cabalidad, pero en Chile el Fisco entregó 80 mil millones de dólares durante todo el 2021, a través de subsidios fiscales, retiros de los fondos de pensiones y especialmente el IFE universal, que cubrió a miles de familias de los dramas de la pandemia. Pero parece que fue mucho, que no teníamos en las arcas fiscales la plata que repartimos y los dineros fueron entregados a cuenta de duros empréstitos que frenarán nuestro desarrollo.
Pero si bien en algunos momentos el Banco Central tomó ciertas medidas para frenar el crecimiento de la crisis económica, ahora vemos con preocupación (y también con indignación) que los políticos piden que se haga un quinto retiro, que se sigan sacando fondos, que se continúe con la irresponsabilidad de mirar por hoy día y cerrar los ojos para el mañana. Y como si fuera poco, anuncian que el IFE universal seguirá hasta septiembre, el mes que los chilenos iremos a votar para aprobar o rechazar el plebiscito.
Por otro lado la Unidad de Fomento ha llegado a cifras muy altas. Hoy día se acerca a los 32 mil pesos y en un mes habrá subido 600 pesos más, lo que complica todo en nuestra débil economía.
La consecuencia de la “fiesta” es que no hay nadie que quiera trabajar en nada. Los negocios están repletos de letreros buscando gente. Los avisos económicos llenos de llamados a trabajar, ofertas de todo tipo que terminan aprovechando los extranjeros. Los precios de los alimentos siguen subiendo, las tasas de interés por las nubes y nuevas dificultades económicas para el país.
La inflación está ingresando a nuestros hogares, desvalorizando el dinero y nuestra capacidad adquisitiva, en gran medida, por la insistente irresponsabilidad de los políticos.
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