A partir de mis 18 años, mi padre intentó enseñarme a conducir un vehículo en muchas ocasiones, sin embargo, tras innumerables discusiones entre ambos no logramos el objetivo, por lo que finalmente y con mucha paciencia mi hermano logró enseñarme, gracias a lo cual en el año 2009 obtuve mi licencia de conducir tras un impecable examen teórico y práctico.
En muchas ocasiones fui fiscalizada por Carabineros y cumplí siempre con los requisitos requeridos, manejando como indicaban las normas en cada sector, además de contar con toda la documentación al día.
Gracias a esto, durante estos casi ya ocho años conduciendo, nunca había protagonizado un accidente automovilístico, ni siquiera como pasajera, por lo que mi hoja de vida del conductor estaba totalmente limpia. Eso, hasta el pasado 25 de octubre.
Y ahora es cuando surgen todas mis dudas sobre la forma en que actúa la justicia y la burocracia que significa continuar con un proceso legal”
Ese día miércoles me dirigía a mi hogar tras salir de mi trabajo y al llegar a una esquina con un disco pare en Quillota me detuve esperando que el vehículo que me antecedía continuara, sin embargo, sorpresivamente el conductor retrocedió.
Aunque afortunadamente no me sucedió nada, mi auto resultó dañado quedando con evidentes golpes en su parte delantera. Esto dio paso a un tedioso proceso legal, pues el conductor -que reconoció su maniobra ante los carabineros que llegaron rápidamente al lugar- dijo no tener la culpa al tener supuestamente sus intermitentes prendidos.
Al no reconocer culpa, dejamos la denuncia ante Carabineros y fuimos citados al Juzgado de Policía local, donde tras una primera audiencia, me explicaron que luego vendrán más y que para lograr el pago de los daños a mi vehículo debo interponer una demanda civil, la que puede demorar -a lo menos- un par de años.
Y ahora es cuando surgen todas mis dudas sobre la forma en que actúa la justicia y la burocracia que significa continuar con un proceso legal que puede llegar a ser muy simple y que acotaría el trabajo de los jueces y beneficiaría a la comunidad.
No obstante, además de continuar solicitando permisos en mi trabajo para acudir a las audiencias -lo que supongo también le sucederá al señor que chocó mi auto- ahora soy una víctima más de esta burocracia que podría acotar sus procesos, cuando son hechos de menor connotación.
Y no creo que la culpa sea de los jueces, fiscales o defensores, pues el sistema está planteado así y es esto lo que los hace acumular mucho trabajo, causando que cada vez las causas sean más aplazadas y los simples mortales seamos las últimas víctimas de esta mala cadena de justicia.