El Arturo Prat que no pudimos ver en los solemnes desfiles

Publicado el at 18/05/2018
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Me cae bien Arturo Prat, porque si bien el último día de su vida se transformó en un gran héroe, durante toda su existencia tuvo gestos y entregó señales de ser un gran hombre, con tantos valores, que ser héroe fue una consecuencia.

Siempre que hay desfiles me pasa lo mismo. Me quedo pensando en lo poco que se sabe del hombre que hay tras la estatua de bronce.

opinion de funador del diario el observador
Roberto Silva – Fundador de “El Observador”

Déjeme mostrarle a este otro Arturo Prat y aprovechar de bajarlo del pedestal, para que quede más cerca de todos nosotros.

Le gustaba hacer cajitas de madera y aplicarle color a las fotos blanco y negro, con un método denominado “iluminar fotos”, que consistía en pintar con lápices de colores a las personas y lugares.

Fue un agradecido de su madre por toda la vida, un enamorado de su mujer. Le escribió preciosas cartas de amor, tratándola con una dulzura infinita, (todavía está pendiente colocar una placa en esa propiedad de La Cruz, donde pasó su primera noche de la luna de miel). El amor por sus hijos, Blanca Estela y Arturo, fue otra demostración de sus nobles sentimientos. Por eso un historiador norteamericano lo trata como a un “héroe santo” y elabora una interesante tesis con este planteamiento.

Desde muy niño ingresa a la Escuela Naval, pero también decide estudiar Leyes, como una forma de ampliar su preparación. Su tesis para optar al título, “Observaciones a la Lei Electoral Vijente”, es una dura crítica al sistema político que imperaba en el país desde 1831, en que los presidentes de la República, mediante un sistema poco democrático, aseguraban la elección del sucesor que ellos designaban. Tanto fue el rechazo por esta mala práctica que mantuvo Arturo Prat, que decidió expresar en forma pública su apoyo al candidato presidencial no oficial, Benjamín Vicuña Mackenna, a través de una publicación en el diario.

Cuando llegó a la Corte Suprema a recibir su título de abogado, vestido con el uniforme oficial de la Armada y su espada al cinto, el portero de apellido López, lo detuvo en la puerta y le pidió que entregara su espada, porque no se podía ingresar armado al recinto. Prat tuvo una respuesta brillante y premonitoria, que quedó registrada para la historia. Se sacó el cinturón y la espada, entregándola al portero y diciéndole: “Mi espada sólo se rinde ante la ley”.

Ni siquiera hoy día es fácil encontrar que un Oficial de la Armada de Chile, a los 28 años, se reciba de abogado.

Siempre demostró un espíritu independiente, pero donde marcó un hito, fue cuando asumió la defensa de su medio primo, Luis Uribe, que fuera dado de baja injustamente por la Armada, debido a un incidente con un comandante a bordo de un buque en Inglaterra. En defensa de su honor y del de la mujer que amaba, Uribe no le acepta a su jefe murmuraciones en contra de su amada y lo enfrenta. Lo expulsan del buque. Volvió por su cuenta y casado con la que fuera su esposa para siempre. Arturo Prat hace su defensa judicial ante la Armada y logra que lo incorporen nuevamente y le paguen los tres años en que estuvo fuera de la institución.

En todas sus actuaciones, Prat puso por delante sus valores, sus principios, sus ideas y su coraje para vivirlos. Esa mañana del 21 de Mayo cambió la historia, porque en vez de rendirse y salvar la vida de su gente, decidió inmolarse. Todo lo que vino después fue en ese tono: los marinos que lo siguieron, los soldados de la batalla de La Concepción, el Teniente Merino y tantos otros que entendieron que el honor de la patria se puede defender con la vida.

Un detalle final para terminar de entender a Prat. Después de la arenga, le dio órdenes a un marinero para que clavara la bandera chilena en el mástil, para evitar que en medio del combate se pudiera venir abajo y aparecer como rindiéndose. La clavó para asegurarse que ni la casualidad pudiera cambiar la historia.

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