Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
A tres meses de las elecciones de alcaldes resulta indispensable pensar en la ausencia que tenemos de grandes proyectos de ciudad. Hace rato que como vecinos de una comuna no sentimos que nos proponen una idea fuerte, que promueva desarrollo y que sea sustentable en el tiempo.
Nos vienen acostumbrando a logros chicos, a propuestas pequeñas, a lentos avances en temas de urbanismo, como puede ser mejorar un pavimento, arreglar una vereda, poner un par de focos, una cancha, tres reparaciones y cinco pintadas.
En verdad, para los alcaldes cualquier proyecto grande se vuelve complicado si tienen un horizonte de solamente cuatro años.
Si alguna vez dudé del valor de las reelecciones, hoy día creo que los alcaldes debieran durar hasta que el pueblo los elija, todas las veces que puedan. De esa forma un equipo municipal puede comenzar un trabajo este año y terminarlo cinco, seis u ocho años después. Ningún proyecto de cierta envergadura se hace en un par de años, todos requieren tiempo y gestión en Santiago, donde todavía se siguen tomando todas las decisiones.
Hay que saber mirar nuestras ciudades desde arriba, con altura de miras, para pensar y encontrar lo que hará atractivo y más vivible nuestro entorno. No es fácil hacer un proyecto de ciudad que nos lleve hacia el progreso, que nos mueva la aguja del atraso y la monotonía. Un proyecto que sea del agrado de la mayoría y se fundamente en el bien común.
Cada vez que paso por la carretera y veo el Hospital Biprovincial Quillota-Petorca, pienso en los más de treinta años que se estuvo gestando esa gran obra, en todas las dificultades que venció para poder llegar a ser una realidad.
En octubre tendremos que votar por alcaldes, concejales, consejeros regionales y para gobernador. Cuatro votos tendremos en la mano, que en total sumarán más de cien nombres sobre los cuales tendremos que decidir por cuatro, uno en cada voto. Es una elección muy importante porque se eligen a las personas que gobernarán la ciudad y la región en que vivimos.
Esperemos que se les pase la tontería y el miedo a los diputados que quieren volver al voto voluntario, a través de la triquiñuela de levantar la sanción económica para que los que no votan. Ya lo hemos dicho, se trata de deberes cívicos y votar debe ser siempre una obligación para con la nación y con la democracia.
Por lo tanto, sería razonable, entender que cada candidato a alcalde proponga un plan para su gestión, un proyecto de ciudad, que incluya sus principales obras y sus compromisos en el tiempo.
Hay que evitar votar por los candidatos que solo nos entreguen una foto sonriendo y su nombre con letras grandes. Necesitamos ideas, propuestas, compromisos. Mientras más pobre sea el programa de gobierno de un alcalde, más pobre será también su mirada de la ciudad.
Cuidemos nuestro voto y sepamos entregarlo a los que tienen una visión de ciudad, a los que sueñan aterrizadamente con grandes proyectos, a los que entienden lo que pasa en nuestras comunas.
Fotografía Redes Sociales.
