Desde el techo le ha caído siete veces el mismo ladrón a comerciante de La Calera

Publicado el at 16/03/2020
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Guardia nocturno atrapó a un hombre cuando huía. Ya son siete robos los que contabiliza con similar modo de operar

LA CALERA.- Siete veces han robado en una distribuidora de confites y helados que se ubica en avenida Diego Lillo en La Calera. Lo cuenta el propietario del local, mientras muestra los forados que han dejado los ladrones en el cielo raso. Porque todos los robos que ha sufrido han tenido un similar modo de operar. Incluso, en los diferentes robos se han llevado prácticamente los mismos productos.

El último de estos robos ocurrió alrededor de las cuatro de la madrugada del miércoles. Un ladrón levantó las planchas del techo y rompió los tabiques del cielo raso, para dejarse caer suavemente hasta el centro del local. Ya en la sala de ventas, robó lo de siempre: bebidas energizantes, jugos y confites.

El ladrón emprendió la retirada. Ahora subiendo por el cielo raso y luego el techo. Se escondía de alguna mirada en medio de la oscuridad de la madrugada. Llevaba un bolso y una mochila en sus hombros. Sin embargo, alguien se había percatado de su presencia, justo cuando bajaba hasta la calle.

Era un guardia de seguridad que, a esa hora, hacía una ronda de fiscalización por los locales del centro. El ladrón se enfrentó a él. Sacó de entre sus ropas lo que sería una pistola (a parecer de plástico) y le gritó en una jerga de hampón avezado: “¡Huevón sapo! ¡Te la voy a pelearla!”.

Así fue, pues el guardia y el ladrón se enfrentaron en un forcejeo que duró unos cuantos minutos, hasta que alguien llamó al cuadrante Nº 1 de Carabineros. La patrulla llegó y encontró al delincuente ya vencido. Lo tomó y lo llevó a la comisaría. Cerca del mediodía del mismo día, debió enfrentar a la justicia.

Pese a que era un delincuente avezado, con un par de condenas cumplidas por robos y otras dos causas abiertas, su robo generó un buen debate jurídico. La defensa señaló que sólo se trataba de un robo en un lugar no habitado frustrado y con un arma de juguete. Un cargo que le habría significado una sentencia mínima.

Sin embargo, el Fiscal que hacía la acusación replicó que se trataba de un robo con intimidación. Más allá que el arma fuera de plástico o que el uso de ella se hubiese hecho luego de cometer la sustracción de especies. La acción del ladrón se extendía hasta más allá del punto exacto del robo.

El magistrado a cargo del caso determinó que, inicialmente, el cargo corresponde a un robo con intimidación. El ladrón fue enviado a prisión preventiva, porque es un peligro para la sociedad y porque puede fugarse. Desde la cárcel deberá enfrentar otras dos causas con muchas similitudes. Le esperan varios años de cárcel.

Entretanto, el dueño del local trataba de cerrar los boquetes que el ladrón dejó en el techo y el cielo raso de su distribuidora, mientras espera que sea la última vez que deba perder, en manos de un ladrón, sus productos y tener que reparar daños en su negocio, cuya venta le permite su medio de vida y la de su familia.

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