Por Roberto Silva Bijit
Fundador de “El Observador”
Las centrales termoeléctricas que están instaladas en Quillota se iban a instalar primero en Limache. Compraron un terreno, que nos parece que es el mismo que ahora tiene la central Los Rulos en Los Laureles.
En ese tiempo era alcalde de Limache el doctor Germán Irarrázabal y se las arregló para convencer al Servicio Agrícola y Ganadero que sobre el área donde se iban a instalar las contaminantes empresas, el municipio tenía planes turísticos. No hubo cambio de uso de suelo y las termoeléctricas se vinieron a Quillota, donde compraron unos terrenos en Lo Venecia que se habían inundado, por lo tanto, fue fácil lograr el cambio de uso de suelo.
El alcalde Irarrázabal había ganado la pelea, mandando a Quillota las termoeléctricas que pretendían instalarse en Limache.
Pero el verdadero triunfo del alcalde limachino había sido definir su comuna, no solamente generando un Plan de Desarrollo Comunal (PLADECO) y quedándose sentado en el escritorio, sino que saliendo a defender sus ideas y a combatir a todo el que se opusiera a sus definiciones de ciudad.
Dijo que Limache era sin industrias, sin ruidos, sin contaminación. Dijo que se trataba de una ciudad destinada a vivir bien, en paz y armonía. Un lugar donde tener una casa y estar seguro que nadie lo va a molestar, un espacio con vocación de vida tranquila.
Muchas de nuestras ciudades tienen confusiones en sus destinos. La mayoría son eminentemente agrícolas pero quieren ser industriales, o tienen la intención de hacer desarrollos turísticos donde sería casi imposible hacerlos. No se puede pensar en el desarrollo de una comuna si no se tiene claro cuál es su vocación y su destino. Esto es como con las personas. No se puede cambiar el pasado y el presente para enfrentar un futuro desconocido. De repente a una ciudad le instalan una industria contaminante, como la central Los Rulos y todo puede cambiar de un día para otro. Cientos de familias sienten que una empresa afuerina les arruinó la inversión de sus vidas.
Si alguien tiene dudas, pregúntenle a Quintero, que fue un balneario maravilloso, amigable con su naturaleza y sus bellas playas, un precioso espacio de veraneo con cero contaminación. Hoy día es zona de sacrificio.
Los alcaldes y los consejos municipales deberían darse el trabajo de definir la comuna y luego defender ese destino con todas sus fuerzas y capacidades. A muchos municipios la ciudad se les va de las manos y se transforma en cualquier cosa.
Por ejemplo, La Cruz se transformó en un potente destino inmobiliario. Es la ciudad que tiene más casas construidas en los últimos diez años y eso le confiere un carácter, un destino, que obviamente hay que cuidar. La gente quiere irse a vivir a La Cruz porque sabe que encontrará paz, que no tendrá una industria contaminante, que no habrá malos olores, que no habrá barrio industrial que complique la vida de las familias. Esa es una ciudad que definió su destino.
Eso mismo deberían tener muy claro las comunas de nuestra zona, para no cometer los repetidos errores de planificación.
El ataque traidor que Piñera le propinó a Limache y toda la región, cuando a días de abandonar el cargo, obligó a sus ministros a aprobar una empresa como Los Rulos, que será foco de daños al ecosistema y a las personas, no lo olvidaremos fácilmente. Esperemos que la noble causa de impedir que Los Rulos se instale en Limache la podamos ganar en el Tribunal Ambiental de Santiago o en la Corte Suprema.
No merecemos ese trato que nos dio el gobierno que hoy ya es pasado.