Solo el 13 por ciento de adultos mayores cuenta con niveles aceptables
Un el 84 por ciento de las mujeres de 15 a 49 años tiene algún grado de deficiencia de vitamina D, mientras que un 16 por ciento posee un déficit severo; situación que se agrava aún más en la población de adultos mayores, puesto que sólo el 13,4 por ciento presenta un nivel aceptable de esta vitamina.
Producto de estas preocupantes cifras, la leche, líquida y polvo, y harina que se producen o comercializan en Chile deberá ser fortificada con vitamina D3 a partir del 6 de julio de 2024 gracias al Decreto 48, que modifica el Reglamento Sanitario de los Alimentos con el fin de promover el fortalecimiento del consumo de esta vitamina en la población.
Pero, ¿por qué es necesario consumir esta vitamina? La nutricionista de Clínica Los Carrera de Quilpué, Carla Novoa, explica que “fortificar alimentos de gran demanda ayuda que la población chilena disminuya este índice que es bastante preocupante y que ha ido en aumento en estos últimos años de pandemia”.
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RIESGO DE RAQUITISMO
La especialista agrega que la falta de vitamina D, sobre todo en niños, puede producir raquitismo. “El raquitismo es un trastorno causado principalmente por una falta de vitamina D, calcio y fósforo. Este trastorno lleva a que se presente reblandecimiento y debilitamiento de los huesos, dolor en la columna vertebral, pelvis, piernas, calambres, debilidad muscular, talla baja, y algo no menor, el niño niña presenta retraso del desarrollo psicomotor. La deficiencia de Vitamina D afecta considerablemente el sistema inmune”.
“Una muestra de sangre permite identificar si existe dicho déficit. Aunque la persona podría sospechar una falta de consumo, cuando se presentan síntomas como fatiga, desánimo, debilidad muscular, nerviosismo e insomnio”, menciona la nutricionista de Clínica Los Carrera.
La alimentación es clave. La especialista recomienda consumir los siguientes alimentos para evitar un inminente déficit de esta vitamina: pescados (salmón) o atún, algunos cereales, productos lácteos o derivados fortificados en vitamina D, jugo de naranja o bebida de soja, hongos comestibles, yema de huevo, entre otros. Y si es necesario suplementar bajo la indicación del médico o nutricionista en cuestión.