¿Deben estar los militares en la calle o quedarse encerrados en sus cuarteles?

Publicado el at 1:13 pm
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Roberto Silva Bijit

El gobierno ha planteado la necesidad que el Ejército, y eventualmente las Fuerzas Armadas en general, puedan participar en las tareas de seguridad del país, ayudando a la compleja tarea que cumplen los Carabineros.

El Congreso ha expresado sus reservas por esta situación, haciendo ver que se trata de gente preparada para la guerra y que no estaría preparada para actuar frente a civiles.

Por ahora, los dos problemas que tiene Chile en su seguridad son la paz en Araucanía y el avance impune de los narcotraficantes, que se siguen repartiendo los barrios de las principales ciudades de Chile. Ambos temas están descontrolados.

En el último mandato la Presidenta Bachelet sacó cerca de cinco veces a los militares a la calle, sin ningún complejo. Hija de oficial de la FACH, con un doctorado en Defensa, habiendo sido Ministra de Defensa y de izquierda, sintió que lo podía hacer sin dar muchas explicaciones. Porque el tema de fondo es que para un sector de nuestra sociedad, la imagen que proyectan los militares en la calle es Pinochet, es dictadura. Por eso el presidente Piñera, como miembro de la derecha, no los usó en su primer período porque le tuvo temor a la reacción ciudadana, pero ahora los hizo que ayudaran en tareas de inteligencia en el problema mapuche.

¿Deben estar los militares en la calle o quedarse encerrados en los cuarteles?

Hay muchas opiniones por las capacidades que tienen como institución. Por ejemplo, en un tema que no tiene que ver con seguridad, retomaron la construcción de los tramos complicados de la Carretera Austral, para que podamos llegar a Punta Arenas por tierras chilenas, sin vernos obligados como ahora a cruzar por Argentina.

La defensa es un tema que necesita una explicación. Desde su fundación, hace 200 años, tanto el Ejército como la Armada tenían como principal misión la defensa del país de un ataque extranjero. Desde mediados del siglo pasado, esa defensa se amplió a los enemigos de la democracia al interior del país. Si las Fuerzas Armadas son las que estabilizan el poder real de un Presidente, deben cuidar que ningún país extranjero lo haga tambalear, así como impedir que en el frente interno, grupos políticos extremos puedan también hacer tambalear al mandatario. Ese cambio que afectó a todas las Fuerzas Armadas de América Latina es el que causa las inquietudes de hoy.

Pero levantando la frente para mirar los grandes temas, creo que las Fuerzas Armadas podrían hacer muchos aportes en temas tan graves para la estabilidad del país como el crecimiento de las mafias de narcotraficantes, o el problema que genera que un grupo minoritario de mapuches conforme un pequeño estado dentro del Estado.

Han cambiado los tiempos. Hoy podemos mirar el pasado con otros ojos, gracias a las acciones de reparación y justicia realizadas, así como a tribunales especializados en temas de derechos humanos vinculados a uniformados. Todo eso nos deja mirar el presente y el futuro con una mirada constructiva y asociativa.

Los últimos escándalos descubiertos en el mal uso de los fondos reservados, el cambio en la Ley del Cobre y otros antecedentes del alto mando de la institución, abren todavía más espacios a que la subordinación de los uniformados al mando político, pueda traducirse en aportes al desarrollo y la seguridad ciudadana, tema sensible que está en los primeros lugares de la preocupación de las familias.

Nuestra sociedad está cambiando y hay que saber interpretar esos cambios.

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