Debemos valorar la calidad de vida que tenemos en provincia

Publicado el at 7:44 am
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Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”

Si miramos a nuestro alrededor, la mayoría de las familias han emigrado completas a Santiago o, al menos, casi todos sus hijos se fueron a trabajar a la capital y allí se casaron y se quedaron, formando parte de ese 45% de chilenos que habitan Santiago. Antes éramos el 60% viviendo en provincias, ahora somos menos. El éxodo a Santiago no se detiene con nada. Más gente, más trabajo, más dinero, todo se concentra para atraer más trabajo y más gente.

Los que viven en Santiago dicen estar contentos con su vida, pero a poco andar en una conversación uno siente sus relaciones de odio y amor con la ciudad. De odio por las colas, la delincuencia descontrolada, los tacos, los portonazos, la saturación, el smog, la agitación, la violencia. De amor porque encuentran todo lo que buscan, hay de todo y para todos, oportunidades y espacios que no tenemos en provincia. La “ciudad de la furia” siempre tiene dos caras.

Por dos siglos (y desde antes, durante la larga noche de la Colonia) todos los recursos llegaron a Santiago y fueron administrados por los que vivían en esa gran urbe. Más del 90% del presupuesto nacional se queda en la capital. Desde 1994 nos salva un poquito el sistema de Gobiernos Regionales, con una pizca del presupuesto nacional asignado a cada región y administrado por los propios consejeros regionales. Es la única institución descentralizadora de verdad que existe en el país, porque lo hace no con palabras, sino con recursos económicos.

La distancia en inversiones públicas y privadas entre la capital y las provincias se hace cada vez más insoportable. Acortar esa distancia es descentralizar, es intensificar la regionalización, es devolverles a las comunas lo que la capital les ha quitado.

Si los atentados en la Región de la Araucanía hubiesen ocurrido en las inmediaciones de Santiago, ya se habrían destinado recursos y hombres suficientes como para enfrentar el problema. Pero lo que ocurre a mil kilómetros de Santiago, apenas ocurre, y tiene menos importancia.

Por una parte, los que viven en Santiago creen tener resueltos los temas laborales y su estabilidad, pero todos esos logros materiales no tienen nada que ver con su desarrollo personal, donde sienten que tienen menos tiempo libre, peores condiciones físicas y poca privacidad, como lo demuestra una encuesta del Instituto Chileno de Estudios Municipales, que realizó en 119 comunas del país.

El estudio mide al gran Santiago, donde todos los índices son peores, pero también mide las grandes urbes y las urbes medias, donde nuevamente se puede ver que viven en mejores condiciones los habitantes de ciudades entre cincuenta mil y cien mil habitantes. Un espacio destacado tiene en la encuesta el mundo rural, que valora su privacidad, su trabajo, sus barrios y su tiempo libre. Defender la ruralidad es defender una reserva nacional que guarda lo mejor de Chile.

En comunas la gran mayoría siente que sus ciudades están progresando (72%), mientras que en la capital esa sensación llega al 60%.

Hay en todos los resultados una mirada más optimista de los que vivimos en provincia, seguramente porque la esperanza de una vida mejor, de una familia mejor, de menos riesgos en la calle, de más interrelaciones con los vecinos, se da con más fuerza fuera de Santiago.

 

 

Imagen Freepik

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