Cuando las antorchas se apagan y la vida continúa

Publicado el at 27/11/2023
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Por: Carlos Liebig Sanguineti
Coordinador Académico carrera Entrenador Deportivo
Universidad Viña Del Mar
Ex deportista de alto rendimiento y ex número 6 del Ranking Mundial de Taekwondo (WT)

OPINIÓN.- En el mundo del deporte, el concepto de alto rendimiento se asocia con alcanzar el máximo desempeño en competiciones de alto nivel, ya sean nacionales o internacionales. Durante noviembre hemos sido testigos de la dedicación y esfuerzo de los deportistas de alto rendimiento, profesionales cuya vida difiere considerablemente de la del ciudadano promedio. Este grupo selecto, a menudo incomprendido por la sociedad, se sumerge en una rutina diaria sumamente rigurosa y disciplinada, donde cada aspecto de sus vidas es perfectamente calculado y cuidado con el objetivo de optimizar su rendimiento en distintas instancias y competiciones. El nivel de compromiso y dedicación que demuestran puede resultar difícil de entender para aquellos que no han experimentado los sacrificios y esfuerzos necesarios para alcanzar la excelencia en un campo específico o luchar por ser el mejor en su disciplina.

Ser un deportista de alto rendimiento implica la interacción de diversos factores y dimensiones del rendimiento deportivo. Sin embargo, la alta competencia va más allá de las luces y competiciones que presenciamos recientemente en Santiago 2023. En Chile, este trabajo está marcado por constantes cuestionamientos, dudas, decepciones, complejidades, adversidades y desafíos. Estudios señalan problemáticas de género, discriminación, y dificultades económicas que tanto deportistas como entrenadores deben enfrentar con un elevado grado de convicción y abstracción. Este mundo resulta inhóspito, duro, frío e injusto, un lugar donde no todos tienen cabida y pocos resisten las intensas presiones.

Con cada mega evento deportivo, como Santiago 2023, se desencadena un debate que reconoce y visibiliza la figura del deportista, así como la significativa contribución del deporte en la vida de los niños. Estas instancias deportivas también sirven como plataforma para discutir aspectos claves en nuestra sociedad, como la necesidad de aumentar las horas de Educación Física en el currículo escolar y analizar las políticas deportivas, entre otros temas de relevancia.

Sin embargo, existe un tema más profundo, una deuda, que no se limita sólo a mostrar apoyo incondicional ni a entonar el himno nacional “a todo pulmón” cuando las circunstancias lo ameritan o a comenzar a criticar sobre las debilidades del sistema. Este compromiso implica una conciencia sostenida, recordando que después de noviembre, los deportistas persisten, seguirán, continuarán entrenando, compitiendo y aguatando el constante dolor físico y mental que esta actividad provoca, porque tal como lo dije anteriormente, este trabajo no es para todos.

Es fundamental comprender que este camino tiene un costo alto y significativo para ellos, y es en el “después” donde se plantea una responsabilidad crucial y moral por parte de nosotros. La etapa post carrera se convierte en un período crítico, y como país, debemos asumir el compromiso de gestionar la reinserción de los deportistas en la sociedad y el mundo laboral. Esto no es sólo cuestión y preocupación del “sistema”, no debemos sobrecargar al aparato público, si realmente queremos ser parte del cambio y hacernos cargo como sociedad podríamos desempeñar un papel más activo generando e incentivando a empresas y organizaciones que colaboraren activamente en programas de inserción laboral diseñados específicamente para deportistas, aprovechando esas habilidades únicas que han desarrollado a lo largo de sus vidas deportivas.

La responsabilidad sobre la reinserción es un concepto estudiado, es más, uno de los pilares fundamentales para asegurar el éxito deportivo a nivel internacional es precisamente ese, este refiere al proceso de transición que enfrentan los atletas de élite al concluir su carrera deportiva y buscar nuevas ocupaciones. La intensidad de los entrenamientos, que a menudo implica más de seis horas al día, seis días a la semana, durante todo el año, y el riguroso calendario de competencias, deja escaso o nulo tiempo para la experiencia laboral, el estudio o la planificación de la vida y como consecuencia, muchos atletas se ven obligados a posponer sus estudios o carreras alternativas para entregarse por completo a su disciplina.

Al llegar el retiro, estos atletas pueden encontrarse con una década de retraso en su desarrollo profesional en comparación con personas de su misma edad. No se debe pasar por alto el componente físico; el cuerpo del atleta es su herramienta principal, y la alta demanda y estrés asociado con el alto rendimiento provocan alteraciones fisiológicas y daños físicos que pueden ser irreparables si no se toman precauciones. Después del retiro, las reacciones pueden ser angustiosas, graves e incluso amenazantes para el individuo, desde problemas mentales como depresión, trastornos alimenticios y ansiedad hasta cuestiones relacionadas con la pérdida de identidad. Este es un tema delicado y precisamente por estas cosas que debemos hacernos parte de esta discusión.

¿Hemos avanzado con respecto al pasado? Sin duda. El concepto de reinserción ya está visibilizado en el Plan Estratégico Nacional de Deporte Competitivo y Alto Rendimiento, una herramienta orientadora que establece lineamientos de gestión y operativos. Este plan, que se integra directamente con la Política Nacional de Actividad Física y Deporte 2021-2025, demuestra que la preocupación de las autoridades sobre este tema no es invisible. En este plan, se señalan programas de acompañamiento para deportistas con el propósito de que puedan superar las carencias de las condiciones básicas de seguridad social que podrían poner en peligro la sostenibilidad a largo plazo de sus carreras deportivas. Uno de los objetivos fundamentales de estos programas es “proporcionar herramientas para la vida que contribuyan a la inserción social, educacional y laboral de los/as deportistas post carrera deportiva”.

Carlos Liebig Sanguineti Coordinador Académico carrera Entrenador Deportivo Universidad Viña Del Mar Exdeportista de alto rendimiento y Exnúmero 6 del Ranking Mundial de Taekwondo (WT)

Adicionalmente, dentro de esta misma estrategia, existe una línea específica relacionada con el apoyo integral, donde se evidencia la preocupación por estos temas. Se proporcionan herramientas para la reintegración a la sociedad, la vida y el trabajo después de la carrera, así como en la protección social y asesorías para el ingreso a universidades e instituciones educativas. Este enfoque integral representa un avance significativo en comparación con el pasado y refleja un compromiso por parte del sistema para abordar las complejidades y desafíos que enfrentan los deportistas en su transición y post carrera deportiva.

En estas últimas semanas, he leído sobre la discusión acerca del “valor” o “compensación” que los deportistas recibirán por sus medallas en los Juegos. Aunque esta conversación es crucial, quiero trasladar el enfoque hacia la inversión integral en los deportistas a mediano y largo plazo. Esto implica el desarrollo de auténticas redes de apoyo y conciencia, garantizando, al mismo tiempo, seguridad y estabilidad laboral durante la etapa posterior al retiro.

En este ámbito, la educación juega un papel fundamental, siendo la base esencial para mejorar las condiciones tangibles y sostenible del deportista. La formación académica se presenta como la “clave”, indiscutiblemente, como una de las herramientas más eficaces y transformadoras para cambiar realidades, las que nos permite ampliar nuestras perspectivas y nos invita a reflexionar, a cuestionarnos constantemente y a trascender las limitaciones preestablecidas y por otro lado, pudiendo en gran medida asegurar la vida después del deporte de nuestros deportistas de Alto Rendimiento. Según el Plan Estratégico Nacional de Deporte Competitivo y Alto Rendimiento, el 49.7% de los deportistas de alto rendimiento, con edades entre 18 y 24 años, no están cursando estudios de educación superior. Esto significa que casi la mitad de nuestra población de deportistas de alto rendimiento enfrenta una brecha educativa significativa.

La etapa de transición de los deportistas hacia la sociedad representa una oportunidad para que nos involucremos. Es ahí, en ese momento, cuando las antorchas se apagan y la carrera deportiva esté en su fase final, el instante de recordar que nuestra participación es más que alentar y entonar himnos a todo pulmón, la señal para pasar a la acción, de convertirnos en participantes activos en el apoyo a nuestros deportistas, promoviendo e ideando estrategias sólidas y concretas para su reinserción.

Debemos aprovechar el potencial, las habilidades y las características únicas que poseen, ellos pueden ser activos impulsores del progreso y desarrollo de nuestro país, inspirando con ejemplos a las próximas generaciones.

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