Cuando el senador José Miguel Insulza rompió su carnet de la Universidad Católica en rechazo al injusto descenso de San Luis

Publicado el at 1:06 pm
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Roberto Silva Bijit

Una carta que nos envió el senador José Miguel Insulza, ex ministro, dirigente del PS e influyente actor político en Chile durante las últimas décadas, nos hace volver a recordar la gran injusticia del fútbol chileno, cuando para salvar por secretaría del descenso a la Universidad Católica, hicieron descender a San Luis.

La carta la envió en agradecimiento porque le hicimos llegar el libro “La gloriosa historia de San Luis de Quillota”, escrito junto a Francisco Manzo y otros ocho colaboradores. En la dedicatoria, le escribí el episodio de la ruptura del carnet de socios, en protesta por la injusticia.

“Le agradezco mucho su envío y en especial la hermosa dedicatoria que puso a mano en el libro”, nos dice Insulza.

Los hechos están presentados en forma ordenada en el capítulo 14 y muestran la compleja situación que vivió el futbol chileno. San Luis hizo una de sus más grandes actuaciones deportivas en 1957. El campeonato terminó a comienzos de 1958 y Universidad Católica perdió en la cancha y debía ir al descenso. En vez de eso, los dirigentes católicos presionaron a la Asociación Central de Fútbol para que discutieran la contratación de un jugador argentino y quitarle puntos a San Luis. Lo hicieron, pero renunció el presidente de la ACF y comenzaron los reclamos. Se metió el Cardenal de la iglesia chilena actuando en favor de San Luis, al igual que la Cámara de Diputados y otras instituciones. La furia en Quillota crecía. Hubo una gran concentración frente al municipio y al día siguiente, el jueves 8 de mayo de 1958, los quillotanos marchamos a Santiago en lo que es, sin duda, la mayor manifestación pública en la larga historia de la ciudad. La prensa de la capital dice que éramos 10 mil y algunos calculan que hasta 15 mil, que llegamos en tren, buses, camiones, camionetas y autos para protestar, para expresar la rabia por la injusticia. El gobierno, conmovido, ordenó a través de la Dirección General de Deportes del Estado, el cierre con la fuerza pública de todos los estadios y suspendió la fecha que debía jugarse el domingo.

El escándalo fue tan grande, que se volvió a hacer una presión indebida sobre San Luis. Carlos Dittborn, que ya había logrado que Chile fuera la sede del Mundial de 1962, recomendó terminar inmediatamente la crisis, porque si el gobierno intervenía en el deporte, nos podrían quitar el Mundial. San Luis al descenso fue la solución y se acabó el tema. Creemos que es la mayor injusticia cometida en contra de un club de provincia en la historia del fútbol chileno.

En la dedicatoria que escribí en el libro para José Miguel Insulza, le recordé que él era hincha de Universidad Católica y que cuando obligaron a bajar a San Luis, fue a la sede de la UC y rompió su carnet de socio.

En su carta, Insulza nos dice: “He leído parte importante del libro, pero quiero referirme al capítulo 14 y a la referencia que Ud. hace en la dedicatoria. Efectivamente, cuando éramos niños, mi hermano Agustín y yo queríamos ir al fútbol y nuestra madre, una señora muy católica, nos llevaba a ver a la UC. Fuimos a todos los partidos de la UC en Santiago el 54, cuando la UC ganó el campeonato y a muchos también el 55, cuando descendió. El 56 la seguimos en el descenso y hasta intentamos ir al último partido, cuando se concretó nuevamente su ascenso. Aunque eran otros tiempos, en que los niños se movían con más seguridad, nuestros padres no nos dejaron ir a La Serena para el partido final. Cuando la UC volvió a descender el 57 fue una gran amargura, que se cambió por indignación al comenzar el 58, cuando en un evidente fraude se echó a Segunda a San Luis, el equipo que había sido tercero en el campeonato de 1957. Le confieso que no recordaba bien los detalles de la historia indignante que Usted cuenta; pero para nosotros el robo fue claro y obvio desde el comienzo. Se trataba de salvar a la UC del bochorno y había malas influencias y plata de por medio. Botamos nuestros carnets y decidimos no ir nunca más al estadio y, desde luego, no ir a ver a la UC”.

Y finalmente Insulza agrega: “Pero el amor por el fútbol permaneció. Agustín y yo estuvimos así hasta finales de 1959, cuando a punto de ingresar mi hermano a la Universidad de Chile en 1960, algunos amigos nos invitaron a ver a la ‘U’ en los últimos partidos de la temporada de 1959. Pocos meses después ya no me perdía partido e iba al estadio todos los domingos, a veces solo y otras con mi hermano. Soy hincha y fanático desde entonces. Pero no creí que muchos conocieran esta historia mía y me alegra saber que alguien la recuerda. Fue un feo manchón en la historia del fútbol chileno, en contra de una ciudad y un equipo con tradición, que no merecía esa afrenta”.

Agradecemos también sus recuerdos y su amor por la justicia.

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