Arturo Fernández luchaba contra un cáncer gástrico desde hace 7 años
QUILLOTA.- “Te alentare hasta la muerte”. Esa fue la promesa que hace 50 años tomó en su corazón amarillo Arturo Fernández Olivares, apodado cariñosamente como “El Oso”. Hace cinco décadas llegó a Quillota, proveniente de la localidad de Quilimarí en la Región de Coquimbo, y se enamoró del cuadro canario desde la primera vez.
Arturo llegó a nuestra zona golpeado por la vida, pues siendo aún niño sufrió la pérdida de su madre. Fue el tercero de cuatro hermanos y, a pesar de la adversidad, nunca perdió la alegría. En el mundo laboral se desarrolló como mecánico automotriz del Garage Narr, de la calle Diego Echeverría.
Se casó con Silvia Vergara en 1975 y fue padre de tres hijos, quienes hoy son destacados profesionales. Uno de ellos, el profesor Arturo Fernández Vergara, recuerda que su padre siempre fue un hombre amante del equipo canario y que, en su caso, también conoció esa pasión pero en el 2010, cuando lo acompañó a la inauguración del nuevo Estadio “Lucio Fariña Fernández”.
CORAZÓN AMARILLO
Arturo recuerda que su padre muchas veces llegaba enojado a su hogar, en el sector de la Población Amanecer, cuando San Luis perdía un partido, pero eso nunca fue un impedimento para la semana siguiente ir nuevamente a alentar a su gran segundo amor -después de su familia- y acompañarlo en las viejas galerías del antiguo estadio.
“Mi padre era un hombre sencillo, que nunca buscó apariencias ni sobresalir, él era amigo de sus amigos y de los hinchas de San Luis y mientras su amado equipo ganara, esa era su alegría y su gozo”, recuerda su hijo, quien agregó que salud era normal hasta el fatídico año 2013.
En esa oportunidad, recibió una información inesperada: tenía un cáncer gástrico. Sin embargo, no decayó su ánimo y continuó trabajando y alentando al equipo de sus amores. Desafortunadamente, hace dos años se le diagnosticó una metástasis, por lo que no podía ir tan recurrentemente al estadio.
Eso sí, sintonizaba sagradamente “Sintonía Amarilla” y “Tribuna Deportiva”, de Radio “Quillota”, para enterarse del acontecer de San Luis. Lo hacía en una vieja radio, la misma que llevaba al estadio.
Lector del diario “El Observador” desde su nacimiento hace casi 50 años, cada martes y viernes esperaba su ejemplar para leer en la sección “Tiro Libre” los últimos pormenores del elenco canario. Durante el año pasado Arturo tuvo una leve mejoría, por lo que estaba muy contento de poder volver al estadio.
Pero con el paso de los meses los dolores aumentaron y eran apagados solo por la morfina y la alegría del elenco sanluisino. El pasado sábado 22 su hijo le preguntó si ese día quería viajar a su natal Región de Coquimbo o acudir al primer partido de San Luis ante Deportes Barnechea.
La respuesta fue clara. A pesar del cansancio de su cuerpo, su alma quería estar presente en ese partido. Y la alegría fue gigante esa noche, ya que su club se impuso por 4 a 1. Sin embargo, de regreso en su hogar de la Población Leonardo Da Vinci, comenzó a sentir fuertes dolores.
Finalmente, Arturo falleció la tarde del miércoles a los 83 años, acompañado de su esposa e hijos, a causa de su terrible enfermedad. El cuerpo del querido “Oso” fue velado en la Parroquia Santa Teresita del Niño Jesús, de la Población Said, y fue sepultado en el Cementerio Municipal del Cerro Mayaca.