Sus compañeros de cuartel le rindieron un emotivo adiós, tras tomar la dura decisión de dormirlo para evitar que siguiera sufriendo por dolencias propias de la vejez
LA CALERA: “Terry” llegó a la Primera Compañía de Bomberos de La Calera hace 18 años. A los pocos días de nacer lo trajeron desde Valparaíso y se lo dieron como regalo a un antiguo cuartelero, Carlos Román.
Cuando Román dejó su labor con los “caballeros del fuego” y se fue a su casa, en el sector de Chañaral, se llevó al perrito “Terry” sin embargo, ya se había robado el corazón de los voluntarios y volvió al cuartel de la Primera Compañía.
“Terry” era todo un bombero y había aprendido hasta a anunciar cuando había un siniestro, seguí a los voluntarios a emergencias, y defendía, a muerte, su cuartel.
También pasó por malas experiencias como cuando lo acuchillaron y, otra vez, lo atropelló un vehículo. Pero los bomberos lo cuidaron y lograron que se recuperara. Como miembro de la compañía también tenía su lugar en los presupuestos anuales, pero aparecía con “gastos ilimitados”. Provisión de fondos que servía para prodigarle cuidados cuando estaba enfermo, comida, hasta sesiones en la peluquería.
Amaba las galletas de hueso que le llevaban los voluntarios, y a los 15 años se le condecoró con una medalla: desde entonces fue considerado un bombero, con todas sus letras.
En el último tiempo “Terry” se enfermó, producto de su vejez. Tenía una inflamación del bazo, una atrofia muscular y otras enfermedades y por no podía acompañar -como quería- a sus compañeros de la bomba.
Debido a su sufrimiento y a partir de los consejos de un profesional, la Primera Compañía tomó la triste decisión de “dormirlo” el martes, a las 21 horas. Los bomberos se despidieron de Terry vestidos de gala y con todos los honores. Tocaron la sirena e hicieron guardia a sus restos sumidos en una gran tristeza. Los restos de Terry serán cremados y las cenizas volverán al cuartel.