Mylena Álvarez postuló “a escondidas” a la escuela de oficiales y hoy ya suma un cuarto de siglo en la institución: “Realmente me gusta, estamos para ayudar”
Recientemente, Carabineros celebró 60 años desde el ingreso de las primeras mujeres a la institución. La policía uniformada fue así pionera en un campo que hoy está en el centro de la agenda pública.
En el marco del aniversario, el general director de Carabineros, Ricardo Yáñez, destacó la visión de futuro que tuvo entonces la policía uniformada: “Dimos un primer paso y marcamos un hito que nos llena de orgullo, ser los pioneros en la incorporación de la mujer como parte de nuestras filas”.
Una de las miles de mujeres que hoy integran la policía uniformada es una quillotana por adopción: la teniente coronel Mylena Álvarez, actual subprefecto de la Prefectura de Valparaíso.
Es oriunda de Santiago, donde se crió y estudió, pero a inicios de la década pasada llegó a cumplir servicios a la Cuarta Comisaría de Quillota, comuna con la que se encariñó. Tanto, que terminó radicándose en ella.
La oficial -que avanza hacia el pináculo de su carrera- recuerda con cariño su ingreso a la fuerza, habla con orgullo de su labor y recuerda también algunos momentos difíciles.
“ME COSTÓ APRENDER EL RÉGIMEN”
¿Cómo llegó a ser parte de Carabineros?
“Estudié administración hotelera, pero me quedaba el bichito de poder ayudar a los demás, era mi esencia de crianza. Me puse a pensar cómo podía lograr eso y estaba muy cerca de la Escuela de Carabineros, a algunas cuadras. Caminaba desde el Duoc y la escuela queda en Antonio Varas. Un carabinero estaba afuera y le pregunté si podía entrar a la institución. Justo ese año había postulación para mujeres. Le pregunté si pensaba que podía quedar y me dijo que por mi estatura (1.80 mts)” y edad (19) era muy posible”.
¿Qué dijo su familia, qué tal fue la experiencia?
“No les dije al comienzo. Postulé, cumplí todo, después congelé mis estudios y ahí recién le conté a mis papás. Me preguntaron si estaba segura. Tengo parientes en la institución. Todos decían que era muy sacrificado y tenían razón. Son cuatro años internada en la escuela, aparte no sabía los grados, lo que es la jerarquía institucional. Me costó mucho aprender el régimen, a pesar de que soy muy cuadradita y ordenada, pero pude salir adelante.
¿Sintió alguna discriminación?
“Como en todo lugar, había distintos pensamientos. Mi generación fue la primera en la que los estudios eran mixtos, las mujeres estaban mezcladas con los hombres. Desde el comienzo sentí que la institución tenía la intención de integrar a las mujeres de forma igualitaria. Pero había personas a las que no les gustaba tener a mujeres en la escuela, pero son barreras que se han ido superando, ya llevo más de 25 años en la institución y realmente me gusta”.
EN 2011 A QUILLOTA
¿Cómo se dio su llegada a la región y a Quillota en particular?
“En el año 2003, me mandaron desde Santiago para crear Labocar de Valparaíso. Me asenté en la región en esa fecha, creé el laboratorio en tiempo record, había oficiales que los habían mandado tiempo antes y seguían con muy poquitas cosas. Afortunadamente cuando llegué, levantamos el proyecto y obtuvimos el financiamiento para crear el laboratorio en la comuna. A Quillota llegué en 2011 y tengo los mejores recuerdos, construí mi casita en el sector de La Palma, me enamoré de la comuna. Mi jefe, que era mi comisario Sergio Carrasco, una persona de valores, me enseñó mucho y obtuvimos reconocimiento internacional por nuestro trabajo con la comunidad”
¿Cómo continuó su carrera?
“La verdad es que en 2015 me fui a retiro, me estuve capacitando en La Armada, y en 2019 volví a Carabineros. Rogué porque me mandaran a Quillota, pero me mandaron a Limache como comisaria, que era cerquita. Me encontré con carabineras que me conocían, fue muy emocionante. Una que conocí en Quillota cuando hacía una pasantía salió de la fila a abrazarme, en ese momento supe que lo estaba haciendo bien”.
“MAMÁ, RETÍRATE”
¿Cómo vivió el estallido social en 2019?
“Lo que rescato es la fuerza de los mismos carabineros. Uno puede o no estar de acuerdo con los reclamos. Es la forma de cómo se destruyó nuestro país lo que más duele. Todos podemos reclamar, pero cuando se destruye algo que costó tanto es malo. Yo hablaba con la gente en las marchas, les decía que por favor no destruyeran la comuna, hay muchas pymes, no grandes tiendas, todo el sector central es de gente de mucho sacrificio. Ofrecía acompañar las marchas, pero pedía que por favor no destruyeran la ciudad, y se logró”.
¿Fue el momento más complejo?
“Mis hijos me decían: ‘Mamá, retírate y vente a la casa’. Fueron muchos días que estuve incluso durmiendo en el cuartel para protegerlo, y a mis carabineros. Un líder tiene que estar ahí, no vi a mis hijos y les dije que no me iba retirar, y que si yo podía dar un granito de arena para cuidar a los demás, y que la gente pudiera salir tranquila a la calle, iba a seguir en la institución. Por ahí va el mensaje para hombres y mujeres. Para las mujeres es difícil, porque muchas quieren ser mamás. Esta institución es hermosa y tan diversa, porque tenemos muchas especialidades”.
¿Qué mensaje le daría a las mujeres y cuáles son sus aspiraciones?
“Les diría que esta es una institución hermosa. Realmente me gusta, está para ayudar. Tienen una amplia gama de opciones para desarrollarse profesionalmente, es sacrificado, pero llena el alma. Y en cuanto a mi futuro, he estudiado mucho. Tengo 48 años, tres hijos, dos perritos y me faltan dos años para ascender a coronel. Tengo un magister y me gustaría seguir creciendo, como dijo mi general alguna vez: ‘A lo mejor aquí está la próxima generala de la Quinta Región’. Me gustan los desafíos y estoy trabajando para llegar más lejos”.