Ahora sueña con tener un food truck para dar a conocer los secretos de la comida de su país en tierras nacionales
QUILLOTA.- Michelle Robles Gutiérrez nació en Quillota hace 29 años, mientras José Alberto Hernández Damián lo hizo en Ciudad de México hace 36. Ella estudió cocina internacional en el Duoc UC de Valparaíso, mientras él se forjó una carrera a lo largo de los años, partiendo como ayudante hasta lograr estar a cargo de una cocina.
Ella en Chile, él en México. No había forma de que sus caminos se cruzaran. Pero si la vida tiene misterios, éste es uno de ellos. Hoy forman una bella familia y sueñan con un emprendimiento de comida mexicana en Quillota, la ciudad de Michelle, luego de haber vivido por varios años en Playa del Carmen, la ciudad de José.
Una vez que completó sus ramos, Michelle debía cumplir con su práctica profesional. Su destino sería Francia, como el resto de sus compañeros de generación. Sin embargo, sufrió una fractura que le impidió viajar. Por lo tanto, tendría que cumplir con este requisito más tarde, siendo Playa de Carmen el lugar al cual debería viajar.
Este paradisiaco balneario fue el que enamoró a José cuando se dirigía con una maleta llena de sueños a Cancún. Allí, el mundo de la gastronomía estaba en su apogeo y él quería formar parte. Había recorrido un largo camino en su ciudad natal hasta que decidió dar un salto en su vida.
Dejó a su padre y a sus hermanos y tomó el bus que lo llevaría hasta uno de los principales destinos de la Riviera Maya. Pero cuando se hizo una parada en Playa del Carmen, se bajó y quedó maravillado con el lugar. Tanto, que el bus se fue sin él y decidió aventurarse en este lugar.
“Después de haber visto nacer a mi hija, ver ese paisaje ha sido lo más bello de mi vida. Nos esperaban para subir pero yo no regresé, me quedé impactado con tanta hermosura. El autobús se fue, así que me quedé”, relató José Alberto.
Reconoció que, gracias a esta decisión, terminó por conocer a su esposa. De igual manera, ella asegura que de no ser por esa fractura, no hubiese ido a México ni hubiese conocido a José. Las casualidades de la vida se encargaron de unir a esta pareja en medio de un romántico paisaje como lo es Playa del Carmen.
ASCENDENTE CARRERA
El comienzo para José en Playa del Carmen fue difícil. La primera noche la pasó en una estación de policía, ya que no podía pernoctar en el terminal de buses de la ciudad. Sin embargo, con el paso de los días encontró un buen trabajo, donde cumplía labores al interior del hotel que al mismo tiempo le entregaba un techo.
Partió de a poco, hasta ganarse un nombre y convertirse en uno de los chef más destacados del balneario. “Siempre que me pedían ayuda me quedaba más tiempo. Eso me ayudó a ganarme un nombre y a ser reconocido por los chef. Me empezaron a tomar en cuenta y poco a poco comencé a crecer”, afirmó José Alberto.
Llegó a trabajar en hoteles de tan alto nivel que sobrepasaban las estrellas, ya que su categoría era 5 diamantes. Eso le permitió codearse con grandes personalidades de la política y el espectáculo a nivel nacional e incluso internacional.
En una oportunidad, pudo compartir con Lionel Messi, quien fue junto a su novia -que hoy es su esposa-. “Él pidió carne. Muy sencillo y humilde, recuerdo que compartió con todos. Le presenté al equipo de trabajo y todos quedaron fascinados. Era serio y callado pero siempre sonreía”, recordó José Alberto.
El corte favorito de Messi, que probó esa noche en aquel hotel mexicano, fue la picaña, conocido en Chile como lomo liso. Otro de los famosos con los que compartió José fue Bon Jovi, popular cantante norteamericano que cimentó su carrera en los años 80 y que en esa ocasión solo comió platos vegetarianos.
DE PLAYA DEL CARMEN A QUILLOTA
José trabajaba en el Hotel Paladium, en el área de desayunos. A ese lugar llegaban practicantes de todo el mundo, incluyendo chilenos. Michelle estaba en ese grupo, tras suspender su viaje inicial a Francia, sabiendo que era una gran oportunidad para triunfar en el rubro de la cocina internacional.
“Junto a Michelle hicimos un muy buen grupo. Durante esos seis meses solo fue amistad”, reconoció él. Ella, por otro lado, recordó cuando se enfermó en medio de su práctica, recibiendo la visita preocupada de José. “Él siempre me iba a ver, eso fortaleció nuestra amistad”, dijo Michelle.
Una vez que ella regresó a Chile para concluir su carrera el contacto se mantuvo, al punto que él le ofreció regresar a trabajar a la Riviera Maya. Pasó un hasta que ella finalmente se armó de valor y viajó hasta México.
Con el paso del tiempo esa sana amistad se fue convirtiendo en amor, por lo que decidieron casarse. Allá en Playa de Carmen nació su pequeña hija Julieta. Todo marchaba bien, pero la creciente inseguridad de la ciudad provocada por las drogas generó preocupación en este joven matrimonio. Por lo tanto, decidieron dejar sus vidas en México y el paraíso rivereño para asentarse en Quillota.
“Me he acostumbrado a la ciudad, me gusta, he logrado adaptarme. Y de a poco empecé a preparar comida mexicana, lo que gustó mucho. Por lo mismo, decidí emprender y poco a poco comencé a trabajar en banquetes, fiestas o incluso con entregas a domicilio”, relató José.
Su marca es “La Taquería”, la cual poco a poco ha ido creciendo, ha ganado más adeptos entre los quillotanos, quienes han quedado prendados del típico sabor mexicano de los tacos, tortillas y burritos que ofrece José.
El sueño ahora es lograr tener un food truck, para participar en ferias u otras actividades, compartiendo de su cultura y sus deliciosos platillos.