¿Ha escuchado la frase “la situación está muy volátil o muy líquida” en boca de algunos de los personeros de la política chilena? Bueno, la realidad es que cada día que pasa aparecen más actores que suben en las encuestas y dejan a los candidatos “oficiales” más preocupados. Las distintas alternativas ofrecidas por los y las más nóveles aspirantes a La Moneda ponen en duda las lealtades históricas en todas partes y la situación genera la pregunta ¿quién finalmente llegará a las papeletas en noviembre de este año?
Los tres tercios en que se dividía históricamente el espectro político nacional está en cuestión y ahora algunos candidatos no se dirigen a los votantes que siempre han votado, sino a aquellos que nunca lo han hecho, que en la elección pasada fueron casi un 60%. Ese gran número de votantes, que pudiendo ejercer su derecho a opinar mediante su voto, no lo han hecho nunca, es la gran incógnita en estos comicios que se avecinan. ¿Se sentirán lo suficientemente incentivados por los discursos y promesas de los nuevos aspirantes para comprometerse con algunas de las propuestas o simplemente se quedarán en su casa como siempre? De la respuesta a esta pregunta depende el futuro político de este país.
En realidad, la agenda de propuestas no presenta muchas novedades, por un lado están los que quieren profundizar los cambios realizados en educación, en la economía, en salud, etcétera, y por el otro los que quieren desandar el camino y volver a un pasado más conservador. El ciudadano medianamente informado no está para aventuras políticas inciertas ni dispuesto a volver a los años 80, entonces la pregunta es ¿quién representará el camino que nos conducirá a un país desarrollado con equidad, con respeto al medio ambiente, con justicia, con valores morales y éticos, con una economía sana y competente, con leyes que obliguen a actuar con transparencia a todas las instituciones públicas y privadas, con una preocupación real por temas como la tercera edad, las causas que originan la delincuencia, el cambio climático, el problema de la propiedad del agua, el efecto negativo de las nuevas tecnologías en el campo laboral, social y ambiental, la descentralización real del Estado, el desarrollo de las ciencias y la cultura, y muchas otros temas que no vemos como temas importantes en las campañas políticas actuales?
La otra parte que no todo el mundo político ha asumido, es que ya no existe el sistema binominal y el resultado de las elecciones de diputados, senadores y al parecer también, intendentes, dejará las mayorías tradicionales en duda y ahí las incertezas del resultado electoral son absolutamente impredecibles y los políticos tendrán que hacerse cargo de esa realidad indesmentible.
Y finalmente, como dijo aquel futbolista hace años: “Qué gane el más mejor”.