El martes 26 de diciembre, la Municipalidad de Quillota informó, a través de su fanpage oficial, que el Centro de la Mujer Quillota seguirá funcionando “con lineamientos locales basados en la atención intergeneracional y familiar” y no con los del Servicio Nacional de la Mujer y la Equidad de Género.
Consciente de que el Estado ni siquiera garantiza la totalidad de nuestros derechos básicos, considero importante reconocer y visibilizar el trabajo que realiza el actual centro quillotano, mediante un equipo de profesionales comprometidas, altamente capacitadas y que cuenta con la confianza y apoyo de la comunidad, tal como lo manifestaron diversas usuarias en el perfil de Facebook de la institución, al enterarse de su posible cierre o transformación.
Lo primero entonces, es tener claro que el centro trabaja con un enfoque de género respaldado por una macropolítica con lineamientos gubernamentales que responden a tratados internacionales, y que es un dispositivo independiente del gobierno local, conectado con la realidad en la que se encuentra inserta.
En él, las mujeres pueden elegir libremente ser atendidas, no habiendo barreras territoriales para el servicio ofrecido, a pesar de que la cobertura es provincial y considera las comunas de Quillota, La Cruz y Olmué. Es decir, todas quienes recurren al centro reciben orientación ante cada necesidad, lo que no significa que quedan registradas, ya que los procesos terapéuticos se realizan a las que están en situación de violencia según la Ley de Violencia Intrafamiliar; una gran falla por sus múltiples limitaciones, pero eso da para otra reflexión.
Aun así, el equipo logra dar un espacio a la individualidad de cada mujer, ya que se enfoca en ella como persona y no de acuerdo a los roles sexistas impuestos por una sociedad patriarcal, realidad que se contrapone a lo propuesto por el municipio debido a que, al intervenir desde un enfoque netamente familiar, se nos sigue visibilizando desde roles de madre, hija, hermana, abuela y pareja, y no desde nuestra autonomía, reforzando una construcción que nos posiciona como cuidadoras y perpetúa la dependencia emocional con el agresor. Lo anterior claramente significa un retroceso para todas las mujeres que han sido, son y serán víctimas de violencia, a pesar de las buenas intenciones puestas en este nuevo proyecto local.