Casi 70 años de amor: La historia de Helga Hernández y el fotógrafo Waldo Lillo

Publicado el at 18/08/2023
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Ella falleció la mañana del jueves, tras enfrentar diversos problemas de salud

LA CALERA.-  Pesar en La Calera provocó la muerte de la conocida vecina Helga Hernández Bravo, esposa del fotógrafo calerano y colaborador de “El Observador”, Waldo Lillo Santander. Su vida se apagó al amanecer de este jueves, a los 91 años.

Un agresivo cáncer fue minando su salud desde mayo pasado, lo que se vio acrecentado en la última semana. El miércoles fue derivada al Hospital “Doctor Mario Sánchez” de La Calera, pero ella decidió volver a su casa, donde falleció a las 6:10 de la mañana de ayer.

Casi 70 años de amor

Helga Hernández nació en 1932 y llevaba 68 años de matrimonio con Waldo Lillo, una historia de amor que se forjó a comienzos de la década del cincuenta, en pleno centro de La Calera.

El conocido personaje calerano ya era fotógrafo cuando la conoció, a sus 20 años. Helga Hernández trabajaba junto a su madre en un restaurante ubicado en calle Carrera, a un costado del Teatro Sicem y comenzaron a intercambiar novelas, conversaciones y así surgió el amor.

Luego de cuatro años de pololeo, en 1955 contrajeron matrimonio y con los años llegaron los hijos, a quienes la pareja decidió bautizar con nombres que comienzan con la letra “W”: Winifred, Wanda, Waldo, Williams y Walton. A ellos se sumó Magaly, una hija adoptada por el matrimonio, reflejando el gran corazón de ambos.

Gran parte de su vida vivieron en el sector de calle Latorre, donde hoy se ubica el Centro Cultural. Hace un par de décadas se trasladaron a calle Josefina, entre Huici y Cochrane. La familia creció y después de los hijos, llegaron 19 nietos, 22 bisnietos y una tataranieta.

Sus hijos, recuerdan a Helga Hernández como una madre amorosa, a quien le encantaba realizar manualidades, especialmente tejer. Dedicaba horas a confeccionar ropa para muñecas y de hecho, su marido le compraba estos juguetes en la feria, para que ella las vistiera y luego regalárselas a sus nietas. También pintaba mandalas. Y es que adoraba a sus nietos, bisnietos y tataranieta. Siempre se preocupaba de comprarles regalos para sus cumpleaños, Navidad y otras fechas.

Junto a Waldo Lillo fueron un matrimonio activo y durante mucho tiempo aprovechaban de pasear y visitar otras ciudades. Ambos formaban parte de centros de adultos mayores, con los que salían de paseo. Eso hasta que una artrosis de rodilla la obligó a estar más en su casa, donde disfrutaba del cariño y atenciones de su esposo y su numerosa familia.

Helga deja un gran legado de amor y entrega por su familia y sus cercanos, con un corazón enorme donde cabían todos y una vida llena de lindos recuerdos. Era dueña, también, de una gran generosidad y alegría, que sembró en cada uno de sus seres queridos.

Helga Hernández fue velada en la Parroquia Santo Nombre de Jesús, donde al mediodía del viernes se le realizó un responso, para luego ser sepultada en el Parque del Recuerdo de Nogales.

 

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