Con 39 años de funcionamiento su carnicería y fábrica de cecinas ya es un negocio tradicional.
LA CRUZ.- Pedro Lineros es el fundador de Cecinas Lineros, un sueño que comenzó hace 15 años, y que tras mucho esfuerzo, logró posicionarse como un negocio tradicional y 100% crucino.
Nacido y criado en Quillota, específicamente en la población Corvi, Pedro comenzó desde muy pequeño a trabajar en la carnicería de su tío Juan Correa. “Tenía que poner un cajón para alcanzar el mesón”, comenta afable.
Curso sus estudios en el Colegio Diego Echeverría hasta segundo media, para luego continuar con su trabajo, según recuerda, en condiciones muy diferentes a las actuales, pues en ese tiempo “no había balanzas digitales como ahora, las carnes uno las envolvía en papel de diario y se colgaba en las barras. Los mesones eran de madera y además, las moscas eran nuestras compañeras. Era muy sacrificado”.
INDEPENDENCIA
A los 19 años, Pedro se casó y se independizó de su tío. “Tuve una oportunidad, un amigo que tenía una carnicería chiquita me vendió las herramientas para trabajar y yo se las fui pagando de a poco”, cuenta.
Su primera carnicería la instaló en la Población México de Quillota, donde vivió junto a su esposa y sus dos hijos. “Era un local con un patio y una bodega y como no tenía plata para arrendar una casa, adapté el patio y construí una habitación”, relató, y después de un tiempo logró arrendar una casa, donde vivieron la llegada de s tercer hijo.
Además de querer tener su propia carnicería, siempre tuvo el sueño de ser un huaso bien acampado, se compró una montura, pero jamás logró tener un caballo, “mis amigos, para molestarme, me decían el ‘Huaso de Palo’”, recuerda entre risas. Además se compró zapatos de huasos, sin embargo vendió todo para poder concretar su próximo proyecto.
LA CRUZ
Así como hace 39 años llegó a La Cruz, cuando las casas eran muy pocas. “Había puras quintas y era solo una casa por quinta, así que vendía poco y llegaba ‘a la rastra’ a fin de mes. Al principio me pude mantener gracias al ‘Huaso’ (Sergio) Contreras y la Poza Cristalina, porque le vendía a los campistas y al dueño del Hotel Villa Capri”, comentó..
Sin embargo, hace unos 15 años dice que comenzó a cambiar su vida. “Cuando llegaron los condominios todo se arregló. Antes de eso nunca pude salir de vacaciones”, cuenta. Además, todo mejoró cuando sus hijos se integraron al negocio familiar, pues dice, “han sido un gran aporte. Gracias a ellos hemos mejorado en todo sentido y ahora es un negocio próspero, con una fábrica de cecinas y una sala de ventas gourmet, con productos exclusivos. Todo ha sido un esfuerzo familiar”, concluyó.