Por Roberto Silva Bijit
Fundador Diario “El Observador”
Los de la PDI acaban de estar de aniversario y celebraron 90 años de su agitada y adrenalínica vida al servicio del país. Son hombres y mujeres que dedican sus mejores esfuerzos por enfrentar a los delincuentes y por investigar -en eso tenemos algo en común los periodistas con los detectives- la forma en cómo ocurren esos delitos. Felicitaciones para ellos y su importante misión en la contribución de la paz y en la protección de los ciudadanos.
Pero la Policía de Investigaciones tiene muchas otras facetas y una de ellas son los estudios sobre diversas situaciones que ocurren en el país. Uno de sus informes se refiere a las muertes ocurridas por accidentes al interior de los hogares, “sin intervención de terceros”, como diría un inspector.
En dicho informe se estableció que en casi una década, murió una persona cada dos días por accidentes al interior de sus propias casas. Totalizaron 552 muertes “naturales”, de las cuales el 34% fue por incendios, el 18% fue por caídas y el 7% por electrocución.
Es tan contundente el informe, que demuestra que la mayor cantidad de accidentes se produjeron en los meses de junio y julio, en los que por causa de las bajas temperaturas, la gente permanece más tiempo al interior de sus casas.
Otro dato: el 68% de los fallecimientos son de hombres, que en su mayor parte, realizaban trabajos en redes eléctricas de la casa, sin tener ni las herramientas ni los conocimientos necesarios.
Muertes hay muchas y muy variadas. Se cayeron rodando por la escalera o la guagüita murió porque en el afán de protegerla, la cubrieron con demasiada ropa, sofocándola. Corriendo por el living una niñita se enredó en el cable y le cayó la tele encima, causándole la muerte. Se cayó del techo. Se refaló en la ducha (¿por qué todavía no es obligación que las tinas o duchas tengan manillas de seguridad para salir y para estar sobre esa superficie, curva, y jabonosa y refalosa?) Asfixiados después de una gran ingesta alcohólica. Niños ahogados en piscinas. Derrumbes de murallas. Aspiración de gas licuado o gas natural.
En fin, la lista es larga y contradice esa idea que el hogar es el lugar más seguro del mundo. En verdad, para que así sea hay que tomar muchas precauciones y entender que hay muchos espacios de la casa que pueden transformarse en peligrosos.
Para la policía, y así lo consignan en el informe, el 90% de los casos fueron accidentes evitables, que se produjeron por descuido de las personas. Como quién dice: falla humana.
Eso respecto de muertes, pero son miles los accidentes que se producen en las casas y que si bien no causan el deceso de las personas, las pueden dejar muy heridas. El caso más frecuente son las quemaduras en la cocina, algunas dramáticas, porque llevan a la deformación del rostro de niñitas y niñitos.
Una enfermera contaba que en la hora de las teleseries, llegan a la sala de urgencia del hospital muchos niños, que quedaron sin la vigilancia de sus padres, que a esa hora estaban pegados en el televisor.
Razonable sería revisar nuestras casas, buscando posibles lugares de accidentes, para poder prevenirlos. Tener extinguidores, botiquines, algunos remedios básicos y teléfonos de lugares de atención.
La casa, nuestro hogar dulce hogar, puede ser un lugar muy amargo si no se toman las previsiones, tal como lo señala el inteligente informe de la PDI de hace un tiempo.
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