Abogado de los pescadores explicó los alcances en torno a las problemáticas ambientales presentes en el sector
Ante la preocupación por una serie de problemáticas ambientales de Pichicuy, que incluyen la construcción de una planta desaladora, el abogado Felipe Olea, representante de los pescadores, respondió algunas preguntas en torno a cómo este tema podría afectar a la comunidad y qué se puede hacer para enfrentarlo, en el marco de las negociaciones con la empresa Green Water
– ¿Cómo nace esta alianza de trabajo con el sindicato de pescadores de Pichicuy?
“La alianza surge a raíz de las oportunidades que se están abriendo en Pichicuy debido al interés de múltiples proyectos por establecerse en la zona, en ese sentido, los habitantes están dispuestos a dar un paso hacia el futuro, pero no a sacrificar sus derechos ni sus recursos naturales. Pichicuy es una caleta con un enorme potencial de desarrollo, pero que hasta ahora ha contado con poca protección y respaldo en términos de infraestructura y apoyo a los trabajadores de la pesca, que es su principal actividad económica. Nuestra experiencia representando al sindicato SIPSA de la ex caleta Sudamericana de Valparaíso y a la Federación de Pescadores Artesanales de Bahía Narau en Quintero y Puchuncaví, ha demostrado que el desarrollo es posible cuando las comunidades están bien organizadas y cuentan con una asesoría legal que defienda sus intereses. Por ejemplo, con la Federación logramos que las empresas asumieran compromisos concretos con las comunidades y que el desarrollo económico no se hiciera a costa de los pescadores ni del entorno natural. Esa experiencia es la que estamos aplicando en Pichicuy para asegurar que las oportunidades de desarrollo beneficien directamente a los pescadores y a sus familias”.
– ¿Cómo se puede conciliar el progreso económico con el cuidado al medio ambiente?
“Lo primero es reconocer que no se trata de líneas incompatibles, la clave está en establecer un equilibrio entre el desarrollo económico y la protección de los ecosistemas. Hemos visto en Quintero y Puchuncaví cómo las empresas han intentado avanzar sin tomar en cuenta el impacto ambiental y social, lo que ha generado conflictos importantes y un daño ambiental que sigue afectando a las comunidades, debido al crecimiento sin control que reporta desde hace años el cordón industrial en la zona; sin embargo, también hemos visto casos donde las empresas que asumen su responsabilidad, implementando medidas efectivas de mitigación y compensación, logrando establecer un modelo de desarrollo que beneficia a todos. En Pichicuy, el turismo y la pesca pueden convivir perfectamente con el desarrollo industrial, siempre que se establezcan acuerdos claros desde el inicio, para ciertamente, no repetir lo malo de la historia. Esto implica que las empresas que lleguen a la zona deben comprometerse con la comunidad, generar empleos directos para los pescadores y vecinos, e invertir en infraestructura que permita el crecimiento sostenible de la caleta. La participación de la comunidad en el proceso de toma de decisiones es clave para que el desarrollo se haga de manera ordenada y respetuosa con el medio ambiente”.
– ¿Cómo ha sido el trabajo de los pescadores de Pichicuy?
“El trabajo de los pescadores de Pichicuy ha sido muy sólido y constante, a pesar de las condiciones adversas que enfrentan. Pichicuy cuenta con una de las caletas más grandes de la provincia, con entre 70 y 80 pescadores activos que trabajan día a día en condiciones complejas, enfrentando problemas de infraestructura y acceso a recursos. La pesca de jibias y otros productos del mar sostiene a muchas familias, y la actividad pesquera sigue siendo el motor económico de la caleta. Recientemente, los pescadores publicaron un libro sobre su historia, que recoge décadas de tradición y el esfuerzo constante de la comunidad por mantener viva la identidad pesquera de Pichicuy. Esto demuestra el fuerte sentido de pertenencia y la riqueza cultural que existe en la zona. La experiencia de Pichicuy es similar a la de otras caletas que he representado, como Quintero y Puchuncaví, donde el compromiso y la organización de los pescadores ha sido clave para enfrentar las amenazas externas y buscar mejores condiciones para su trabajo”.
– ¿Cómo ha sido la relación de Pichicuy con las autoridades?
“Los pescadores de Pichicuy se sienten alejados de las autoridades locales y regionales. Muchas veces las decisiones sobre desarrollo e infraestructura no consideran la voz de las comunidades, lo que genera una sensación de abandono y falta de apoyo. Las decisiones sobre la actividad pesquera, las restricciones y las oportunidades de desarrollo no siempre reflejan las necesidades reales de los trabajadores ni las particularidades de la caleta. Por eso, estamos organizando una serie de reuniones con autoridades para que la voz de Pichicuy sea escuchada y considerada en las decisiones estratégicas. Pichicuy es una caleta estratégica que conecta la cuarta y la quinta región, y su desarrollo puede convertirse en un modelo de crecimiento sostenible para otras caletas del país. Si logramos establecer un canal de diálogo directo entre los representantes locales, regionales y nacionales con los pescadores, podremos asegurar que las decisiones futuras se tomen en beneficio de la comunidad y no solo de los intereses privados”.
– ¿Qué opinan sobre las posibles iniciativas de plantas desaladoras en Pichicuy?
“Pichicuy, al igual que toda la zona norte y centro de nuestro país, enfrenta problemas de escasez de agua. Una planta desaladora podría ser una solución efectiva, pero solo si el proceso se realiza con mucha transparencia y considerando los impactos ambientales y las necesidades de la comunidad. Muchas veces las empresas buscan instalarse sin generar acuerdos claros con los habitantes, lo que ciertamente termina afectando a los habitantes de los territorios, generando conflictos sociales, tal como ya hemos visto en la región. Es fundamental que cualquier proyecto de este tipo incluya medidas de mitigación y compensación que beneficien directamente a la comunidad. Las empresas que se instalen en Pichicuy deben comprometerse a crear empleos locales, mejorar la infraestructura de la caleta y garantizar que el proceso de desalinización no afecte la actividad pesquera ni el ecosistema marino. Si el proyecto se desarrolla de manera ordenada y con el respaldo de la comunidad, puede convertirse en una oportunidad real para mejorar las condiciones de vida de los pescadores y sus familias, porque lo cierto es que aquí manda la comunidad, no van a ser el nuevo Quintero.
– ¿Qué oportunidades de desarrollo ve para Pichicuy en los próximos años?
“La localidad de Pichicuy tiene un enorme potencial para convertirse en un polo turístico y pesquero sostenible: su ubicación estratégica, junto con la riqueza de su caleta y el atractivo de su entorno natural, abren la puerta a inversiones de diferente carácter. El desafío está en lograr que ese desarrollo se traduzca en mejores condiciones para las familias que viven hoy en el territorio, asegurando que las decisiones se tomen con su participación directa y que las empresas cumplan con altos estándares de responsabilidad social y ambiental. Si Pichicuy logra posicionarse como un destino turístico y pesquero sustentable, puede generar ingresos estables para toda la comunidad y convertirse en un ejemplo de desarrollo equilibrado para otras caletas del país”.