Ni en sus más inverosímiles pesadillas, Luis Hermógenes Yáñez Yáñez soñó en convertirse, alguna vez, en una leyenda quillotana. Menos pensó en llegar a ser, por varias décadas, el sinónimo del más “malvado” que haya vivido por estos lares. Y todo por un deporte que tuvo a Quillota como el escenario principal por muchos años y a Luis Yáñez como el más odiado y, a la vez querido, de todos los personajes del “Catch as Catch Can” o lucha libre.
Cuando aún era un adolescente lánguido e imberbe, a Luis Yáñez le dio por seguir las huellas de los luchadores que aparecían, enmascarados, en las películas mexicanas que se exhibían en el Cine “Portales”. Junto con otros quillotanos, como Míster Chile, Joe Fica o el Guatón Pérez, iniciaron el culto del fisioculturismo en la ciudad.
Su maestro lejano fue el italiano Angelo Siciliano, que al trasladarse a Estados Unidos se llamó Charles Atlas, y cuyos consejos de cultura física aparecían en manuales publicados en las contratapas de las revistas. En Quillota siguieron sus reglas, aunque la falta de recursos los llevó a hacer pesas con tarros llenos con cemento en los patios familiares del barrio O´Higgins.
Sin embargo, su devoción por echar músculos los llevó al “Catch as Catch Can” o lucha libre, que los quillotanos bautizaron sólo como “Cachacascán”, y donde Luis Hermógenes Yáñez Yáñez, se convirtió en el “malvado” más querido de la hinchada quillotana que se reunía, entonces, en el ex Gimnasio Said. Allí, Luis Yáñez se convirtió en el “italiano” Angelo Carlotto Donatti.
Su segundo nombre era un homenaje al más temido pistolero de la época “El Carlotto”. Sin embargo, su fingida maldad sobre las lonas del gimnasio de calle Chacabuco no era muy creíble, pues como la gente lo conocía como Luis Yáñez Yáñez, quien en la vida real no era capaz de matar una mosca, sus actuaciones, daban más risa que rabia.
Su fingida maldad le hizo ganar el cariño del público, que se resistía a los libretos que señalaban que “el malo” debía perder y Angelo Carlotto Donatti se retiraba con el aplauso unánime del público, aunque con la consabida derrota a que lo obligaba el espectáculo. Fue tal el “boom del “Cachacascán” en Quillota y en las ciudades aledañas, que pronto fueron número estelar en el Teatro Caupolicán y en la televisión en el programa “Titanes del Ring”.
Angelo Carlotto Donatti hizo carrera internacional y recibió pifias y piropos en Estados Unidos y México. También su facha musculosa y su fama de “malvado” lo llevaron a ser guardaespaldas de Jorge Alessandri Rodríguez.
Por los años 90 el luchador volvió a Quillota. Se le veía en las esquinas de la plaza contando historias de sus “maldad” ejercida en diferentes lonas del mundo. Hasta que el corazón le falló. Dejó a su madre de 80 años, que cuidaba generosamente, una fama de malo que no era cierta y se fue con el aplauso de los quillotanos, que lo consideraban un superhéroe.