La extraordinaria campaña de Unión La Calera, como suele ocurrir siempre en el fútbol, ha dejado en el olvido las penas y tristezas de hace seis meses, cuando la institución estaba condenada al descenso. Y este proceso amnésico también se llevó las malas decisiones dirigenciales, las odiosidades y hasta la pobreza deportiva e institucional que persiguió a Los Rojos durante un año.
Hoy, tras dar la vuelta olímpica ante Cobreloa, el plantel que dirige el increíble Víctor Rivero Faccioli, no solo recuperó el poder futbolístico para coronarse campeón de Primera B, sino también es fruto del trabajo perfecto que los dirigentes, liderados en terreno por Gonzalo Sánchez.
Incluso, el plantel de Giovini, Morales, Saavedra y Viotti, por nombrar algunos, prepara el asalto al Morro de Arica para sacar a San Marcos de la final 2017 y esperar, como ganador de la llave ida y vuelta que ambos equipos jugarán, al atormentado club que terminará como colista de Primera.
Pero en medio de tanta alegría, como dice el dicho: “A la vaca no se le puede olvidar que fue ternera”. Porque cuando se da la vuelta olímpica, todos lloran, se emocionan y prometen no separarse más del club de sus amores. Sin embargo, es bueno recordar que Unión La Calera llegó a jugar con un público de 78 personas uno de sus últimos partidos del torneo anterior. ¡78 espectadores!
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Para no que suene tan alarmistas, debo decir que esto pasa en todos lados, pero lo que es indesmentible es que la forma en que Unión La Calera tocó fondo, es una alerta de que el club debe transitar en el futuro por aguas menos turbulentas.
Más si se consigue el ascenso. En Primera no hay lugar para los errores. Ni en la contratación, ni en las decisiones técnicas y menos en las de carácter administrativas.
Es relevante, hoy mismo, que el club se proyecte bajo una estructura organizacional que contemple una sede propia y un campo deportivo. Bienes raíces que a ninguna directiva le nació gestionar hasta hoy.
Y que además de potenciar el trabajo en cadetes, le haga una reverencia al pasado, reconociendo públicamente en el nuevo estadio a sus ídolos. Esos que todavía esperan como mínimo un aplauso, una camiseta o una tarjeta honoraria para entrar gratis al estadio: Manuel “Mago” Saavedra, Jorge “Kiko” Chahuán, Juan Carlos “Pelé” Vera, Marco Antonio “Fantasma” Figueroa, Luis Hernán “Zorro” Salinas…, en fin. Usted tendrá su propio nombre. Pero lo verdaderamente indesmentible, es que hay que hacer gestiones históricas, que van más allá de jugar un partido de fútbol todas la semanas.