El cereal que los pueblos precolombinos utilizaban hace miles de años ha vuelto a surgir de la mano de agricultores locales que lo producen a pequeña escala
CABILDO.- Hace 56 años Cristina Pizarro Saavedra nació en Cabildo, comuna en la que se crió. Al ser consultada por su conexión con el campo, contó que ésta viene por parte de la familia de su padre, Alejandro Pizarro Garay, un campesino de Paihuén.
Una vez terminados sus estudios en el Liceo de La Ligua, Cristina se trasladó hasta Santiago para cursar una carrera técnica. En el lugar, además de trabajar, formó una familia, pero el 2008 decidió dejar la capital junto a su hija menor, Renata Vivanco Pizarro, para regresar a las tierras que la vieron crecer con el objetivo de materializar un cambio en su vida que sentía necesario.
“Dejé la casa que tenía en Santiago y me vine cerca de mis padres, quienes viven en Paihuén y comencé a hacer talleres de desarrollo humano, los cuales aún hago. Lo del amaranto vino después porque me apareció en un sueño y ambas cosas hacen parte de cómo concibo la vida, por eso Amaranto Mundos el nombre de mi proyecto”, explicó.
AMARANTO
Cristina detalló que en dicho sueño, una entidad se refirió al amaranto como “el alimento del futuro” y que luego, se contactó con un amigo de Santiago, quien le trajo semillas.
“Cuando me las trajo de regalo el 2009, no lo vi como un negocio sino como algo que iba a conocer y me ayudaría con mi alimentación, porque como soy vegetariana, siempre ando buscando proteínas. En ese tiempo junto a mi compañero, Luis Aguirre Figueroa, plantamos las semillas y empezamos a probar con algunas plantas para consumo personal. Después apareció Prodesal de Indap y se disparó todo”, recordó.
“Me invitaron a una feria de fomento y turismo a la que fui con una bolsita con unos pocos granos y muchas personas llegaron a mi puesto a preguntar y a hablarme del amaranto, y yo no entendía mucho lo que estaba pasando, pero con el tiempo me empecé a dar cuenta de que esto era algo más grande y que no lo podía controlar. De hecho, después me llamaron de la municipalidad para contarme que la revista Paula me quería hacer una entrevista”, agregó.
Luego de esas situaciones, Cristina y Luis decidieron que poco a poco comenzarían a formalizar su negocio ubicado en un lote de Bartolillo, Valle de Alicahue. Por ello, ampliaron la plantación y siguieron vendieron granos hasta que se aventuraron con los cereales, producto que sus clientes demandaban constantemente.
“Empezamos a tostar los granos de manera manual y después de varias pruebas, le agregamos miel. A ese producto le pusimos pipoka. Después, seguimos con la harina de amaranto a la que llegamos cuando una persona nos preguntó si existía, porque esto es así. La gente te va dando ideas en la medida de que te pregunta por productos”, comentó.
PROCESO
Producir amaranto no es fácil señala Cristina y advierte que en su caso, todo el proceso continúa siendo a mano. “Nosotros no usamos sistema industrial porque no permite ver otras plantas. Por ello, sembramos cosechamos y antes de ingresar a la cámara de secado, eliminamos hojas y cañas para evitar el moho de la humedad evitando el mal olor y contaminación. Todo a mano”.
También, explicó que construyeron las cámaras de secado para aislar las panojas de amaranto de cualquier forma de contaminación (roedores, tierra sucia, insectos) y hacer más eficiente el proceso de deshidratación.
“Esto permite que el amaranto nunca toque el suelo desde que lo cortamos hasta la dejamos en la cámara de secado. Luego, lo pasamos a la trilla y de ahí al aventado, después al tamizado y finalmente, lo llevamos a la sala en donde se empasta. Entonces, cuando alguien me dice que son muy caros mis productos, significa que no tiene idea del trabajo que implica llegar a los 100 de gramos. Igual me gustaría poder sembrar más para bajar un poco el precio y así llegar a más personas”, advirtió.
AMARANTO MUNDOS
Además de las pipokas y la harina, Amarantos Mundos cuenta con una línea de galletas, todos productos artesanales que Cristina enfatizó, no tienen químicos, preservantes ni gluten y son ricos en proteína, vitaminas, minerales, omega-3 y omega-6, entre otras propiedades.