Álvaro Peña, Ingeniero PUCV: “El objetivo es que, al año 2050, pasemos a 100% de movilización eléctrica en transporte público”

Publicado el at 10:57 am
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El académico de la Escuela de Ingeniería en Construcción de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso habla de la importancia de incorporar nuevas tecnologías para tener ciudades inteligentes. Conversó con “El Observador”, en segundo capítulo del ciclo de entrevistas “¿Cómo enfrentar la crisis climática?”

Cuando se piensa en sustentabilidad, el primer referente es el cuidado del medioambiente en sus aspectos más evidentemente vulnerables, como el agua y el aire. Sin embargo, este relevante concepto tiene una aplicación en el área de la construcción de forma bastante más integral, bajo la idea de cómo hacer ciudades más integradas, que tengan en cuenta tanto el desarrollo urbano propiamente tal, como la calidad de vida de los habitantes, con el uso más eficiente y limpio de los recursos y la energía.

En ese camino está el docente de la Escuela de Ingeniería en Construcción de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), Álvaro Peña, quien abordó la temática de ciudades más inteligentes y menos contaminadas en el segundo capítulo de “¿Cómo enfrentar la Crisis Climática? Ciclo de conversaciones de El Observador con expertos PUCV”, espacio colaborativo donde el experto dio sus impresiones sobre la importancia de lograr un desarrollo urbano sustentable y el progresivo reemplazo de combustibles fósiles en los medios de transporte por sistemas de electromovilidad, para reducir las emisiones contaminantes.

Y no sólo en los automóviles particulares, sino también en sistemas de transporte público de todo tipo.

– ¿Qué es la electromovilidad y cómo se relaciona con la sustentabilidad en la planificación urbana?

“Existe una Estrategia Nacional de Electromovilidad, que va alineada con el Acuerdo de París, para reducir y mitigar los efectos que genera el calentamiento global. En ese sentido, una meta que tiene nuestro país es que, al año 2050, en movilización eléctrica, se pasará a un 100% en transporte público urbano y a un 40% en vehículos particulares, que son valores y niveles a estándares europeos. Los desafíos están en establecer regulaciones, impulsar el transporte público, junto con apoyar investigación en desarrollo. Luego está todo el desarrollo que genera la electromovilidad, no solo los autos eléctricos, sino empezar a mitigar, reducir y minimizar los combustibles fósiles, para pasar a las energías limpias, que no contaminen de forma acústica, ni generando gases del efecto invernadero. Por último, que se vayan generando transferencias de conocimiento, difusión, información y toda la política de un ‘país smart’, porque el consumo eléctrico cada vez va creciendo. Por lo tanto, para dar coherencia, nuestras formas de generación de energía tienen que cambiar, como la dependencia del carbón, que ya sabemos las complicaciones que tienen”.

– ¿Cómo se aplica el concepto de sustentabilidad en el área de la construcción y la planificación de las ciudades?

“En 2015, Naciones Unidas generó una definición sobre el desarrollo sostenible, que contemplaba medidas que pongan fin a la pobreza, protejan el planeta y garanticen a todas las personas gozar de paz y prosperidad. En esa línea, cualquier obra que se construya debe tener tres variables: una ambiental, que sea respetuosa con el medioambiente. Otra, la variable económico-técnica, que sea rentable y no gastar la inversión de un año en una sola obra. Y, tercero, que tenga una variable social. O sea, que la persona y su bienestar van en el centro. La idea es que las tres tengan el mismo peso dentro de este desarrollo. Ninguna debe ir por sobre las otras. Ése es el desarrollo sostenible”.

-A nivel regional, da la impresión que la variable económico-técnica ha sido la predominante en muchos casos. ¿Qué está faltando a la hora de hacer planificación urbana?

“Es un tema complejo, que como país se ha ido avanzando bastante respecto a tener indicadores, normas, códigos que sean transversales. De todos modos, hay participaciones ciudadanas, declaraciones y estudios de impacto ambiental, regulaciones urbanísticas respecto a los metros cuadrados, hay permisos de obra. O sea, existen varios instrumentos. El tema es que hay que ir avanzando, adaptando los instrumentos, en cuanto a las necesidades que tiene el país y el mundo. Aquí aparece el calentamiento global y el cambio climático. Por lo tanto, ¿cómo cuidamos nuestras zonas de reserva y no perjudicamos el desarrollo de las ciudades? Aquí aparecen las tecnologías y, por otro lado, las regulaciones. En estas últimas, deben existir planes reguladores modernos y con las gobernaciones regionales creo que se está dando un impulso, pero también hay que considerar las diferenciaciones que tienen las ciudades. No es lo mismo una obra costera que una cordillerana”.

–  En algún momento, la Región de Valparaíso fue muy innovadora en cuanto a electromovilidad y energías limpias, con transportes como los ascensores, troles, canales de agua modernos para la época. ¿Seguimos así de innovadores o nos olvidamos de ese pasado?

“Una de las particularidades que tiene la Región de Valparaíso es que es como un pequeño Chile. Tiene puertos, pasos internacionales, montaña, nieve, minería, frutas, vinos, todo tipo de industrias. Eso hace que tenga una característica especial y, además, por su inmigración, se generaron alianzas socio-culturales que fueron muy positivas. Por ejemplo, en Valparaíso, la iluminación pública se hacía con electricidad que se generaba del vertedero de la ciudad y era subterránea. Con el cambio climático ha comenzado una serie de desastres, que nosotros hemos visto como región: los incendios, las marejadas, la escasez hídrica, los aluviones. Pero junto con estas amenazas aparecen muchas oportunidades. Por ejemplo, la energía mareomotriz, energías eólicas, que ya se han trabajado. Como universidad hemos participado en varios proyectos, como el de los teleféricos en Valparaíso y en Quilpué, donde se trabajó en un trazado muy social para algunas zonas pobladas, para acceder al eje principal, que es el Metro Valparaíso”.

–  ¿Y cómo se puede aplicar?

“Las características de nuestras ciudades, en la región, son ideales por ejemplos para teleféricos, que se unan a una red integrada de transporte público. Ellos pueden trasladar hasta 3 mil personas cada una hora, lo que es ideal para las cualidades de una región con el número de habitantes como la nuestra. Podría ser una solución para Valparaíso, Quilpué, Villa Alemana, San Felipe, Los Andes y muchas otras. Un teleférico que se una con estaciones, por ejemplo, a la red del Metro, como alimentadores”.

-A veces faltan recursos para avanzar ¿Cuál tendría que ser el rol del Estado en este tema?

“Creo que siempre lo que se hace es poco, pero hemos avanzado. En Valparaíso se acaban de licitar los primeros buses eléctricos y eso es importante, porque son transporte sin ruido, sin contaminación, con un equipamiento increíble. Tenemos el metro, que ya está llegando a La Calera. No obstante, faltan más y creo que la descentralización de las regiones nos puede dar un valor, nos podemos ver fortalecidos. En ese escenario, yo ampliaría un poco la visión, porque no hay que olvidarse de la alianza público-privada, a través de la cual este país ha visto resolver muchos desafíos y necesidades”.

Revisa aquí la entrevista completa al especialista:

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