Roberto Silva Bijit
Cada vez queda menos para que vayamos a votar el domingo 25 de octubre. Queremos seguir poniendo hasta ese día temas que sean importantes en la reflexión de cada ciudadano.
Se entiende que después de tantas constituciones, a nadie se le podría ocurrir comenzar con una hoja en blanco como se ha dicho tantas veces. Hay muchos aspectos que no pueden dejar de ser considerados. Se trata además de una ley que ampara a todas las leyes chilenas vigentes, por lo tanto, no se trata de redactar lo que a uno se le ocurra. También la ley fundamental está obligada a cumplir con los tratados internacionales que el país ha suscrito.
La Constitución actual parte en su artículo primero señalando que: “Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos. La familia es el núcleo fundacional de la sociedad”. Hay que agregar que los padres debieran tener el derecho de educar a sus hijos.
Chile es una república democrática, con tres poderes independientes entre sí, y el llamado Estado de Derecho consiste en que el poder Ejecutivo, Judicial y Legislativo, puedan actuar en equilibrio con los demás y que cada uno cumpla su misión, para que las “instituciones funcionen”.
Ninguna de esas cosas será puesta en discusión, aunque ahora se quiera un Estado Social y Democrático de Derecho. Tampoco nadie discutirá que la constitución incorpore la jurisdicción universal de los Derechos Humanos.
En el rol de Estado, se debe amparar y proteger a los grupos intermedios, garantizando su autonomía, así como el derecho a desarrollar cualquier actividad económica, respetando las normas legales.
También se debe garantizar la igualdad de todos ante la ley y la protección sobre cualquier discriminación o abuso que se pueda cometer.
Debe estar consagrada la libertad de expresión, llamada la madre de las demás libertades, porque ella garantiza que se tengamos acceso al conocimiento de lo que está pasando y nos ayuda a formar opinión y resolver de forma justa y armónica nuestros problemas.
El derecho a la vida (nadie puede atentar contra nuestra integridad física y mental), el derecho pensar libremente y tener la religión que uno quiera. El derecho a moverse libremente por el territorio, a que se respete la presunción de inocencia, el derecho a reunión y el derecho a la propiedad privada.
En este último derecho hay quienes quieren discutir el valor de la propiedad privada como fundamento de una sociedad de personas libres, pero se equivocan al pensar que lo que una persona se ha ganado legítimamente, el Estado se lo pueda quitar.
Están por supuesto los derechos a la salud, las pensiones y la educación, donde se producirán muchísimas discusiones. Especialmente con las pensiones que han sido tan postergadas y por tanto tiempo.
Cuando se habla de una sociedad inclusiva estamos diciendo que se deben garantizar los derechos y las oportunidades para todas las personas discapacitadas, para las minorías sexuales y para los pueblos originarios.
En la sociedad que vivimos los temas medioambientales forman parte integral de nuestra vida, por lo tanto, la Constitución debe consagrar la protección del ambiente para las generaciones futuras y reafirmar el principio de desarrollo sustentable, que traerá grandes discusiones pero sobre la cual debe legislarse para evitar que siga avanzando la destrucción de la naturaleza de nuestro país.
Otro gran tema que debe ser asumido por la nueva Constitución es la descentralización. Hay que disminuir la desigualdad en la calidad de vida (oportunidades laborales, ventajas en educación y salud, en entretención y negocios) entre un habitante del Gran Santiago y uno de cualquier provincia de Chile.
Hay mucho tema que debe ser abordado por los constituyentes, pero es fundamental que todo se haga en el marco de construir la gran Casa Común Constitucional, donde podamos entrar todos los chilenos y sentirnos bien, cómodos y seguros.
