Roberto Silva Bijit
Fue tan brutal el crimen como las mentiras que los dos acusados se atrevieron a decir ante el magistrado en pleno tribunal. Por eso creemos que tiene sentido hacer unas pocas conclusiones sobre este sensacional caso policial que retrata de cuerpo entero a nuestra sociedad actual, donde sacerdotes católicos niegan violaciones y abusos, donde fiscales se acusan de delitos entre ellos, donde parlamentarios son juzgados por recibir dinero para hacer leyes a la medida de los que pagan, donde un pastor evangélico con tres mujeres produce desfalcos con el diezmo, con carabineros que se roban el dinero de la institución, con militares que recortan plata de los pasajes, con tantos otros abusos y corrupciones que son negados sistemáticamente, hasta que llegan a la justicia y encontramos la verdad de lo ocurrido.
1.- CONDENA JUSTA. Creemos que la condena tiene dos partes fundamentales: que los culpa a los dos de planificar el asesinato y que se decide por cadena perpetua para ambos. Eso significa que las actuaciones teatrales que ambos hicieron, culpándose uno al otro, no fueron escuchadas y se aceptó la tesis lógica, la que probaban los llamados telefónicos, las fotos y los whatsapp.
2.- ¿QUIÉN LO MATÓ? Al tribunal no le importó quién lo mató porque consideró que habían actuado en conjunto, con planificación y alevosía, primero queriendo hacer parecer la situación como un suicidio y después asesinándolo sin piedad.
3.- DOS CADENAS PERPETUAS. El tribunal consideró que ella era más responsable, porque apegándose a la ley, la figura del parricidio (matar al esposo) es más grave que matar a alguien que no es de la familia. Ella tiene propuestos 40 años efectivos y él 20 años efectivos, o sea, sin que puedan pedir rebaja de condena hasta que se cumplan esos períodos.
4.- MÓVIL DEL CRIMEN. El primer supuesto es que Johanna se trastornó al perder la tuición de su hija y pensó que una salida para recuperarla podría ser eliminar a su esposo, pero además calculó que podía quedarse con la casa y el auto. Tanto es así que fue dos veces a hacer consultas al Conservador de Bienes Raíces. En esa etapa de su vida aparece Francisco, que a todas luces la empuja a tomar esa decisión, impulsado también por los celos, ya que Johanna no dejaba de ver a Nibaldo y sostener con él una relación sentimental.
5.- VALOR DE LA FAMILIA. En todo el proceso se pudo ver claramente que el profesor Nibaldo tenía una familia muy bien constituida, que se transformó en una red de acción contra los asesinos y que ahora piden hasta una modificación de la ley. El padre de Johanna la encuentra culpable y ha compartido con los Villegas. La madre de Johanna ha defendido a su hija y ha culpado de todo a Francisco, incluso ayudando a repetir mentiras dichas en el tribunal. De la familia de Francisco podría salir hasta un cómplice, si se prueba que su hermano le habría prestado un auto para cometer un crimen.
6.- LEY NIBALDO. La familia Villegas está impulsando una ley para proteger los cuerpos una vez que ya se encuentren muertos, porque se dieron cuenta que no es un delito grave descuartizar a un asesinado o a alguien ya fallecido. Ellos, con mucho sentido común, piensan que los legisladores debieran modificar la ley, para defender la dignidad de los cuerpos muertos. No creo que ningún parlamentario acepte que puedan, por ejemplo, ultrajar la tumba de alguno de sus familiares muertos y que ello no constituya delito perseguible.
Uno siente en este caso, que la justicia no creyó las mentiras de los criminales avaladas por sus abogados, y propuso cadena perpetua para los dos, actuando en forma correcta.