Considerando el actual escenario hídrico que vive nuestra zona -y el país-, con un panorama bastante desalentador en el río Aconcagua y la sombra del desabastecimiento de agua para consumo domiciliario cerniéndose como una complicada posibilidad a no tan largo plazo, los avances que ha tenido el proyecto de ley que norma el servicio de recolección y disposición de aguas grises son una buena noticia para todos.
Se trata de un proyecto presentado por los senadores Adriana Muñoz, Isabel Allende, Alejandro Guillier, Antonio Horvath y Baldo Prokurica, que fue recientemente aprobado por la Comisión Mixta del Congreso y cuyo objetivo es recuperar las aguas grises -léase aquellas aguas residuales de lavaplatos, lavamanos, tinas, duchas, lavadoras y cualquiera que no reciba excretas humanas-, para utilizarlas para riego -con algunas restricciones, claro está- u otros procesos claramente definidos en la ley y que no importarían riesgos para la salud humana.
En términos prácticos, de aprobarse esta ley, los colegios podrán utilizar las aguas de los lavamanos para alimentar los estanques de los WC, o también, los hoteles y recintos turísticos podrían usar las aguas usadas para lavar los platos en sus restaurantes y destinarlas a regar sus jardines. En fin, son muchos los fines que podrían darse a este tipo de aguas que actualmente terminan en el mar, aun cuando pueden ser utilizadas por segunda vez.
De acuerdo a un informe emitido por el Ministerio de Salud en mayo de 2017, el 68% del total de aguas servidas de un hogar promedio corresponde a aguas grises, incluidas aquellas provenientes de la cocina y la lavadora y a un 38% descontando estas últimas.
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De esta forma, si se considera una familia de cuatro personas, con un consumo de 180 litros por habitante al día aproximadamente, hablamos de un consumo total de 21.600 litros (21,6 Mt3) de agua por mes, que equivale, más o menos, al agua necesaria para llenar una piscina de PVC de 2,60 x 1,70 y 60 centímetros de profundidad.
Con estos simples datos no se necesita ser matemático para darse cuenta del ahorro que implicaría la implementación de un sistema de recuperación de aguas grises en el hogar y más aun en recintos educacionales, instituciones y en ciertos procesos productivos.
Hace algunos años nadie imaginaba ver calefactores solares domiciliarios en los techos de las viviendas y hoy son un ítem más en la oferta de las inmobiliarias y empresas del ramo. Es de esperar que en poco tiempo más los sistemas de reaprovechamiento de las aguas grises sean una constante, por el bien nuestro y el de las generaciones que nos seguirán.