Con un talento innato e inspirado en el mundo de fantasía de Disney, creó un panorama imperdible para los que paseaban por el centro.
REPORTAJES.- A los 86 años murió José Humberto Cisternas Bórquez, el quillotano que creó los primeros trenes infantiles, autitos y carruseles que alegraron a miles de niños y niñas en la Plaza de Armas por décadas.
La habilidad de José Cisternas se forjó en el taller Ciscar de su familia, local que al principio estaba en la calle O’Higgins casi llegando a Yungay, frente a la antigua curtiembre. “Pepe” era uno de seis hijos del matrimonio Cisternas Bórquez, que años después trasladó el taller a la calle San Martín, cerca de Alberdi.
De pequeño José aprendió de forma autodidacta a inventar juguetes y artefactos con los repuestos de autos que se trabajaban en el taller. Asistió al Colegio Diego Echeverría y a los 16 años entró a estudiar Mecánica Industrial. Al año siguiente, en 1955, se aventuró a fabricar un automóvil, todo hecho con sus propias manos. El chasis era de unos fierros largueros de catre antiguo y una vez que lo terminó, lo inscribió en el Registro Civil para poder circular en él por Quillota.
La magia del mundo de Disney lo inspiró a crear el tren
Pero fue años más tarde que inventó el producto quizá más recordado por la comunidad: el famoso trencito, armado de forma hechiza con piezas de autos y el motor de un Volkswagen. “Pepe” se inspiró en los libros de Walt Disney y las ilustraciones de la revista “El Cabrito” y para el apartado artístico, le pidió ayuda a su hermana menor, Celia Cisternas.
“Los trencitos, los carritos y la máquina ya los tenía listos. Y me dice: ‘¿quieres dibujarme tú todos los dibujos que lleva el trencito, de Disney World? Tú, que los haces tan bonitos. Los dibujas y los pintas. Ya pues, le dije yo. Y yo pinté todos esos monitos que llevaba el trencito, los de Disney e incluso los Telerines“, recuerda Celia. Ella tiene claro que fue por el año 1968, ya que ella estaba embarazada de su hija cuando hizo los dibujos.
Al poco tiempo, el tren hizo su debut triunfante en el centro. Era una época en que estos trenes artesanales eran una rareza y la familia Cisternas cree que los de Quillota pudieron ser los primeros de su tipo en el país.
Los autitos y el carrusel de aviones
Fueron varios años en que el colorido artefacto paseó por la Plaza de Armas de Quillota. José fabricó e instaló en la cuadra los famosos autitos y el carrusel con avioncitos que colgaban de cadenas, que daban vueltas sobre un eje. Los juegos, el sonido de la campana del tren y los helados de barquillo animaban este atesorado panorama familiar.
“Pepe” Cisternas también llevó sus trenes al centro turístico “El Edén” y sus máquinas pasearon a las familias de otras comunas, como en Viña del Mar y La Calera.
José migró a Miami, Estados Unidos, en 1988 y vendió sus trenes a su hermano menor, Luis Cisternas, quien le dio continuidad a esta labor de entretención y también creó sus propios trenes, de los que hay fotografías a color. Luis falleció en el año 2015.
Migró a Estados Unidos y vivió allá dos décadas, donde continuó con su magia
“Pepe” siguió haciendo a mano sus ingeniosas creaciones en América del Norte, donde incluso una vez lo entrevistaron en un canal local de televisión de Miami. En el programa solían invitar a personas creativas y José Cisternas tenía esta entrevista grabada en cinta de VHS.
Otra de sus hermanas, Eliana Cisternas, describe así a José: “Era una persona súper creativa, si hasta hace poco estuvo haciendo rodamientos… Él se hizo un auto que lo llamaba ‘buggy’ con puras piezas, él lo armó. No era un auto con capota, era como un go-kart pero grande”.
No son pocas las creaciones que hizo: “Ese talento lo tuvo siempre, incluso una vez hizo un pesebre y todos los elementos se movían. Él le ponía motores por abajo, de lo que encontraba, él inventaba y lo hacía movible. Una vez creo que lo tuvieron puesto en algún lugar en el comercio de Quillota”, recuerda su hermana Eliana Cisternas.
José volvió a vivir a Chile luego de 20 años en Estados Unidos. Residió en la población Los Paltos y en el último tiempo, vivió en un hogar de larga estadía para adultos mayores, donde lo visitaban frecuentemente. De hecho, hace poco fue su cumpleaños 86.
En la tercera edad, surgió en él el sueño de poder mostrar al público todas sus invenciones en algún lugar, algo que no pudo concretar. Su salud progresivamente comenzó a deteriorarse y el pasado viernes 28 de junio, falleció de un accidente cerebrovascular. Su funeral se realizó el sábado 29 de junio a las 14:30 horas en la parroquia de la Merced. Aunque dejó el mundo terrenal, sus artefactos siguen en la memoria de muchos quillotanos.