Como tenía vergüenza de salir a ofrecer sus productos, creó un personaje con el cual ha encantado a turistas y residentes
PUCHUNCAVÍ.- Sandra Villegas González tiene 36 años. Es madre de tres hijos y llegó desde Santiago a la localidad de La Chocota hace una década, debido a los problemas de salud de su madre. Como familia consideraron que el lugar donde siempre vacacionaban era perfecto para mejorar su calidad de vida, cuestión que en la actualidad, y por los problemas ambientales de la zona, ha sido desfavorable.
Permanece llena de esperanza aunque no todo ha sido sonrisas, ya que luego de sumar dos hijos al núcleo familiar, decidió separarse de su pareja los primeros días de enero de este año y huir a la casa de sus padres, quienes la recibieron con los brazos abiertos.
De profesión actriz, comenzó a pensar cómo solventar a su familia. Su padre, afectado por un cáncer pulmonar, ya no puede trabajar, por lo que reflexionó sobre lo que podría hacer. Dirigió talleres en la Municipalidad de Puchuncaví para el programa Jefas de Hogar de “Teatro Terapéutico”, pero eso no es suficiente para mantener una familia de tres niños y dos adultos mayores.
Un día surgió la idea de vender pasteles en las playas del litoral, pero le daba temor y vergüenza. Por lo tanto, aprovechó sus dotes actorales y creó un personaje, con el cual comenzó a obtener ganancias para ayudar a mantener su hogar.
“Me teñí el pelo rojo ya que tenía vergüenza. Incluso me pinté los labios rojos por lo que la gente me dice la sirenita. Mi papa me dice que lo importante en que no falten las lucas, por lo que empecé a vender más y he utilizado todo mi carisma y conocimiento”, relató Sandra.
Comenzó a recorrer Horcón, Playa Larga y Ventanas, entre otros puntos de la bahía. Desde las 4 hasta las 9 de la noche, con una bandeja que pesa más de 10 kilos, recorre kilómetros a pie con la meta de un mejor futuro para su familia.
En temporada baja recorre las ferias libres con sus clásicos pasteles, como el pie de limón, kuchen y tartaletas de frutas. Pero una de las opciones que se roba las miradas es el erizo negro y blanco, un pastel típico de la zona. Se trata de una torta bañada en chocolate negro o blanco y rellena con manjar, donde las mostacillas le otorgan su particular nombre.
“Todo lo que vendo en verano lo ahorro para la época de invierno, porque acá no pasa nada. Por eso ahora estoy pensando ir a vender mis productos a Concón y agregarle un producto de invierno. Esto es una cadena de emprendimiento, no soy la única beneficiada, salimos adelante varias familias así”, comentó la famosa “niña de los pasteles”.
Con los pasteles que le quedan al final del día realiza un trueque con otros emprendedores por pan amasado, verduras o empanadas. Sus productos son frescos, asegurando calidad a sus compradores.