A recuperar el Club Social San Luis

Publicado el at 5:24 pm
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Gonzalo Valero
Periodista

OPINIÓN.- En octubre del año 2006, cuando se constituyó San Luis de Quillota Sociedad Anónima Deportiva Profesional, los principales accionistas -todos importantes empresarios de Quillota (además de la Corporación Social)- llamaban a la tranquilidad con el mensaje “Somos de la zona, en nuestras manos está el club”.

Pero en el fútbol los descensos siempre van asociados a quiebres institucionales, rencillas y cruce de intereses económicos entre los dirigentes. Así ha sucedido siempre en la mayoría de los clubes nacionales. Y San Luis no ha sido la excepción.

Precisamente, el reciente descenso de San Luis trajo consigo el mayor terremoto institucional en la historia del Club, que terminó con la decisión de Manuel Gahona, Gaspar Goycoolea y Jaime Baeza de vender el 71,55% de las acciones a un grupo de inversionistas argentinos, representados por Cristian Le Bihan, también ligado a Unión La Calera.

La venta de San Luis no ha estado exenta de controversias, especulaciones y dudas respecto a la transparencia y legalidad de la operación económica y administrativa realizada.

Cristian Le Bihan, abogado y conocido representante de jugadores y entrenadores, tiene como socio a Christian Bragarnik, otro conocido representante de jugadores del fútbol trasandino. Bragarnik hizo gran parte de su carrera en México, donde llegó a ser presidente del Querétaro, el año 2013, época en la que se denunció que varios de los miembros del directorio del club tenían nexos con el narcotráfico.

Paradojalmente, en Argentina el rechazo a las Sociedades Anónimas (SA) es transversal y se rehúsan a aceptarlas. Aseveran que promueven la llegada de recursos económicos de dudoso origen, impiden la participación democrática de los hinchas y dejan las decisiones a la libertad de inversionistas que no respetan la misión y visión por los cuales fueron fundados los clubes.

No obstante, en Chile sucede todo lo contrario. Aquí se facilita la llegada de inversionistas extranjeros, sin vinculación afectiva a los clubes, y cuyo único foco son los negocios y las estrategias de marketing del tipo show business para atraer más recursos.

Una muestra de esto último fue la insólita designación del periodista Germán Paoloski como nuevo presidente de la institución canaria, quien -sin experiencia previa en el cargo y desde Buenos Aires- conducirá los hilos de una institución que apenas conoce.

Ante este discutible escenario institucional, resulta relevante que la ciudadanía tome partido. Un camino puede ser que los hinchas y socios se unan, generen un movimiento social propio e independiente, desde donde reúnan fondos y comiencen poco a poco a adquirir acciones a aquellos accionistas que estén dispuestos a vender en la Sociedad Anónima de tipo cerrada.

Además, en paralelo se deberían sumar a la Corporación San Luis de Quillota, que hoy tiene una representación marginal de un 5% de las acciones totales del club, pero que también se puede transformar en un espacio relevante de participación e incidencia.

A 100 años de su fundación, es fundamental que la institución vuelva a cumplir un rol social central en Quillota, brindando el espacio necesario para el desarrollo de la práctica deportiva, cultural, social y educativa que los jóvenes y la sociedad quillotana se merecen. De los hinchas y socios canarios depende. Generar un movimiento, sumarse a la Corporación y desde ahí comenzar a construir un nuevo Club, parece ser la solución.

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