Este jueves se conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora. En muchos lugares deben estar preparando la compra de flores para regalar a las trabajadoras, porque desde que tengo memoria ese es “el mejor regalo para la mujer en su día”.
Por otro lado están las que organizan su propia conmemoración. Esos preparativos son distintos, tienen otro trasfondo cargado de dignidad, pues se reúnen todas a sembrar ideas para lograr un mundo en que las mujeres seamos respetadas y valoradas y no por méritos, sino simplemente por ser personas.
Justamente esa es la verdadera conmemoración a la que apunta esta fecha. El 8 de marzo es un día perfecto para invitar a la reflexión de lo que implica ser mujer en un mundo en el que las reglas las imponen los hombres, porque no se puede negar que son ellos quienes toman determinaciones y además opinan sobre cómo se debe ser mujer, tanto en la forma de comportarse como en las aspiraciones que hay que alcanzar (para reafirmarlo basta con hacer un repaso de lo que ha pasado con la ley de aborto en tres causales).
Pienso así en lo difícil que es ser mujer trabajadora y moderna. Una mujer a la que no se le resta peso de encima, sino que se le suma: no basta con las labores domésticas, con cumplir el rol de ser cuidadora y criadora (y no sólo de guaguas), además se es trabajadora. Hay que levantarse temprano y dejar todo listo. Si se es madre soltera, hacer malabares para que ese trabajo alcance para el bienestar de todos. Y entre medio de todo eso, estar bien arreglada y bonita.
No digo que para los hombres trabajadores no sea duro, simplemente es distinto porque hay diferencias enormes en el habitar el mundo en un cuerpo de mujer, por todo lo que eso conlleva “naturalmente” (y ni hablar de habitar un cuerpo trans…).
Me imagino que todas hemos sentido lo difícil que es enfrentarse a un mundo laboral en el que es bien sabido que la mujer gana mucho menos que un hombre por hacer el mismo trabajo y donde, más encima, siempre habrá que demostrar con tiempo y mucho esfuerzo de lo que se es capaz para ser considerada en algún puesto importante. Y sumado a todo esto, la cobertura de salud de las isapres nos descuenta más sueldo por ser “más caras”.
Esto sólo por poner algunos pequeños ejemplos.
En lo personal, después de hacer una revisión por estos aspectos, pienso en el reconocimiento que recibimos como mujeres en este día. No es por despreciar un regaloneo o una muestra de afecto, pero una flor no basta para reconocer tanto esfuerzo, valentía y fuerza.
Un 8 de marzo para mí, sin ninguna duda, es un día en el que se debe recordar que vivimos en un mundo machista e injusto. Es un día para recordar y manifestar abiertamente que merecemos mucho más.